sábado, julio 01, 2006

Noche y día, de Chantal Akerman



Llevo mucho tiempo escuchando cosas de Chantal Akerman, esa directora belga a la que siempre se alude como paradigma de la modernidad cinematográfica. Hasta ahora, una extraña pereza se adueñaba de mí y me impedía descubrirla, creyendo que iba a ser algo parecido a una tortura. No sé cómo pude hacerme esa idea. Así que hoy definitivamente he salido de mi error y me he quedado fascinado ante esta película, pequeña en apariencia pero enorme en su profunidad.

Noche y día cuenta un triángulo amoroso entre Julie, una chica alegre, optimista y consciente de su felicidad, y dos taxistas, Jack y Joseph, que sienten auténtica devoción por ella (creo que no es casualidad las "jotas" en las iniciales de los protagonistas, pues tiene mucho que ver con el gran clásico francés Jules y Jim). Sin embargo, Akerman se mueve en unos territorios mucho más cercanos a Rohmer que al propio Truffaut, pudiendo interpretar esta película como un cuento moral con protagonismo femenino.

Resulta fascinante la manera en que transpiran los personajes, mostrando a cada gesto, a cada expresión íntima, sentimientos unas veces complementarios y otras contrarios a los que refleja su incesante verborrea. Y aunque se hable mucho, los silencios resultan fundamentales para comprender la situación emocional que atraviesan, sus miedos, sus confianzas sus inseguridades... Julie, como vértice del triángulo, es el personaje más rico, y observamos cómo cree dominar la situación en todo momento, cómo sólo trata de hacer a los dos hombres felices, mostrando siempre, con toda su ingenuidad, unas intenciones demasiado buenas. Y aquí radica el carácter moral de la cinta, en ese comportamiento de Julie, que se retractará de su actitud conciliadora cuando se dé cuenta de que sólo ha estropeado las cosas... ¿O quizás no? Esto daría para escribir demasiadas líneas.

Pero yo creo que la idea clave de la película es la sensación de fragilidad en que se vive una situación de felicidad. Todo es estable, todo es perfecto, pero de repente, un mínimo golpe de azar, una mínima variación de las condiciones iniciales, hace que interiormente todo salte por los aires. En apariencia nada ha cambiado, pero en el fondo todo es distinto. La teoría del caos también es aplicable al amor más sincero y entregado.

La acción es prácticamente nula a lo largo de toda la película, pero no es necesaria, porque las emociones e ideas que transmite hablan por sí solas, tratando al espectador con un respeto reverencial, dejándole que entre en el film libre de cualquier atadura, que respire su aire parisino e intente comprender los sentimientos y reacciones de los personajes como si fueran propios.


4 comentarios:

Anónimo dijo...
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Anónimo dijo...

Hola!

¿La viste a pelo o hay subtítulos? He mirado en todas las webs que conozco y no los veo.

Saludos.

Daniel Quinn dijo...

Hola Jorge!

Pues mira, la vi cuando la puso el canal Cinematk, aprovechando que era verano y estaba en casa de mis padres :) De todas formas miraré y si encuentro subtítulos por alguna web te digo, aunque si ya has mirado tú bien supongo que estará mal la cosa...

¡Un saludo!

Anónimo dijo...

Ok.

Quería ver esta que parece algo más ligera que Jeane Dielman para comenzar con Akerman. Habrá que añadirla al saco de espera por no haber subtítulos.

Saludos.