jueves, marzo 29, 2007

Ciclo Hong Sang Soo (y VII): Woman is the Future of Man

En la primera secuencia del filme Woman is the Future of Man, Hyon-jun le da a Moon-ho 'el regalo' de pisar la nieve acumulada en su jardín. Hyon-jun acepta el regalo primero con unos pasos hacia atrás y luego regresando sobre las huellas en la nieve que él mismo había hecho antes. Esta actitud juguetona podría constituir un detalle insignificante del filme,pero ejemplifica una actitud que simboliza cómo va a desarrollarse. El filme es sobre 'ellos', sobre quienes dan pasos atrás sin haber borrado los actos originales y terminan regresando al punto de partida.
Sung-Nam Hong


Al igual que en otras películas del director, y en general en buena parte del cine oriental, la carga simbólica es muy importante, aunque en esta ocasión no siempre se desarrolla con la misma fortuna y sutileza. El tema fundamental de la película es el de la persistencia de los recuerdos, la necesidad del ser humano de volver, después de un fracaso laboral, emocional o de cualquier otro tipo, a aquellos momentos que se preservan en la alacena de situaciones de emergencia.

Los protagonistas se aferran a algo que han perdido como si siguieran teniéndolo, como si el tiempo no hubiera ocultado las huellas de la nieve y pudieran deshacer el camino permaneciendo mientras todo intacto. No importa la manera de conseguirlo, no importa machacar al amigo (si es que la amistad existe, algo que Hong Sang Soo se plantea constantemente en sus películas sin demasiado optimismo), no importa avasallar y hacerse notar con tal de que la desesperación sea calmada por un recuerdo. Pasado, presente y memoria se funden, siendo el futuro una mezcla imperfecta y degenerada de todos ellos, en la que además se arrastra todo aquello que se vio involucrado en algún momento de la vida.

El retorno al pasado al que intentan llegar los dos protagonistas de la película se ejemplifica en una mujer que ejerce de bisagra, la cual sólo gira en una dirección y se quiebra al intentar forzarla. Hong Sang Soo parece decirnos que la redención es imposible, que nuestros errores siempre quedarán ahí y que un intento de exorcizarlos puede servir sólo para avivar llamas extinguidas hace tiempo. Todo se articula, para no variar, alrededor de la desesperación y el sexo, los dos únicos factores que parecen mover a unos personajes que parecen bastante más esquemáticos que en otras ocasiones.


Y todo esto, que parece tan trágico, tan terrible (en definitiva, la visión del mundo del director, desde su primera hasta su última película), se nos muestra a través de una comedia con momentos realmente divertidos, los cuales esconden una espina que se nos clava aunque no queramos, por tratar temas tan universales que no importa la procedencia de la propuesta. Esta ligereza sigue siendo una de las grandes bazas con que juega Hong, que prefiere hacer una profunda película aparentemente sencilla en lugar de un pretencioso y vacío film cargado de falsa trascendencia.


Sin embargo, la película me termina resultando fallida, especialmente por una última parte en la que se parece destruir la estructura construída durante todo el metraje. Y con la estructura no sólo me refiero al armazón narrativo y a la presencia de los personajes, sino que el tema parece cambiar de repente, y lo que parecía iba a ser un magnífico estudio sobre la irrecuperabilidad del pasado y la esclavitud del hombre a su memoria, se convierte en una reflexión sobre la influencia de la vanidad y el deseo en los comportamientos humanos. La película se carga poco a poco de diferentes temas sin conseguir desarrollar ninguno como se merece, y en su (oculta) ambición se acaba perdiendo dejando demasiado de lado a los personajes. Conociendo el cine de Hong Sang Soo estoy convencido de que la imperfección estructural es premeditada, un intento de innovación que se me antoja fallido, y que conseguirá plasmar posteriormente con mucho más acierto en su reciente Woman on the beach.


En definitiva, me parece que estamos ante una película poco conseguida a nivel global que, sin embargo, contiene muchos instantes del mejor cine de su autor, como toda la secuencia del trío de borrachera en el apartamento de la chica, alguna secuencia onírica, o muchos detalles de sutileza y sensibilidad impresionantes. Tengo que reconocer que he disfrutado mucho en los 88 minutos de duración, aunque el listón estaba altísimo.


sábado, marzo 24, 2007

EUROPA XXI

La revista Miradas de cine, como acostumbra de vez en cuando, está recogiendo votaciones sobre el estado actual del cine europeo, pidiendo 15 películas desde el año 2000 y 10 directores en activo desde mediados de los 90. Esto último me parece algo ambiguo y, de todos modos, me resulta muy difícil encontrar directores representativos que empezaran su carrera hace menos de 12 años, así que sólo mandaré mis votaciones de películas. Tras mucho pensarlo he decidido quedarme con las siguientes:


-LOS AMANTES REGULARES (2005, Francia, P. Garrel)
-LA MUERTE DEL SEÑOR LAZARESCU (05, Rumanía, C. Puiu)
-CACHÉ (2005, Austria, M. Haneke)
-EL NIÑO (2005, Bélgica, Hnos. Dardenne)
-REYES Y REINA (2004, Francia, A. Desplechin)
-NUESTRA MÚSICA (2004, Francia, J. L. Godard)
-LA HISTORIA DE MARIE Y JULIEN (2003, Francia, J. Rivette)
-SARABAND (2003, Suecia, I. Bergman)
-DOGVILLE (2003, Dinamarca, L. von Trier)
-UN HOMBRE SIN PASADO (2002, Finlandia, A. Kaurismaki)
-LA INGLESA Y EL DUQUE (2001, Francia, E. Rohmer)
-GRACIAS POR EL CHOCOLATE (2000, Francia, C. Chabrol)
-LOS ESPIGADORES Y LA ESPIGADORA (00, Fr., A. Vardá)
-ARMONÍAS DE WERCKMEISTER (2000, Hungría, B. Tarr)
-INFIEL (2000, Suecia, L. Ullman)



Lo primero que llama la atención es el dominio absoluto del cine francés, con siete de las quince películas, que en parte se debe a mis preferencias personales, pero que también denota que sigue siendo el país que va un paso por delante del resto. Sin embargo, de estas siete películas, cinco son de los supervivientes del núcleo duro de la Nouvelle Vague, otro de la post-Nouvelle Vague, y sólo Arnaud Desplechin pertenece a una oleada más reciente, la de los noventa. Esto puede indicar que el cine francés necesita una renovación, pero en realidad esa renovación está ahí, y sólo con el tiempo veremos si los nuevos directores franceses están a la altura de sus clásicos. Han quedado fuera directores nuevos y otros que llevan algún tiempo consolidados (unos por desconocimiento mío, otros porque no considero a tan alto nivel): Olivier Assayas (del que tendremos nueva película inminentemente), Claire Denis, Bruno Dumont, Laurent Cantet, Nicolas Philibert, Patrice Cherau (del que he estado a punto de incluir Intimidad, una película que me fascina)..., y una lista interminable donde también hay que destacar a los "estancados": Jeunet, Leconte, Techiné, Ozon, Tavernier y compañía. En fin, mucho habría que hablar de Francia, así que lo dejaremos para otro día; lo único claro es que los más grandes siguen ahí.

También es destacable que, aparte de Francia, existe una gran diversidad de países y que el único director de la lista que está en el inicio de su carrera es el rumano Cristi Puiu, que nos regaló la maravillosa película del señor Lazarescu. El este está también representado por el veterano Bela Tarr, que prosigue en Armonías de Werckmeister su hipnótico estilo de largos planos secuencias y metáforas imposibles: sólo la escena que abre la película vale más que muchas filmografías completas. De Michael Haneke he dudado hasta el final entre Código desconocido, La pianista, o Caché, decantándome al final por esta última, su obra más accesible. De los nórdicos se me ha quedado fuera Padre e hijo de Sokurov, a falta de ver sus demás películas de la década; el que tenía que entrar es Ingmar Bergman con su último y desgarrado estertor, Saraband, y, de manera indirecta, a través de Liv Ullman y su maravillosa Infiel, una obra vampirizada por el genio sueco. Por último tenemos a Lars von Trier, cada vez más despreciado por la nueva cinefilia, y a Aki Kaurismaki, a pesar de haberse desinflado con su última Luces del atardecer.

Por último quiero destacar otras grandes ausencias por desconocimiento, especialmente del cine portugués. Tengo que ver las últimas obras de Pedro Costa, del que sólo conozco la impresionante Ossos (1997), y de Joao César Monteiro, fallecido el año 2003. Del irreductible Manoel de Oliveira sólo he visto una película y media* de la decena que lleva esta década.

Y eso es todo, ahora es vuestro turno para criticarme y aportar vuestras listas...

Edito para añadir alguna otra lista, a ver qué os parece:

Según They Shoot Pictures, Don't They?
1.-Hable con ella (P. Almodóvar)
2.-La reina (S. Frears)
3.-Bailar en la oscuridad (L. von Trier)
4.-Reyes y reina (A. Desplechin)
5.-El pianista (R. Polanski)
6.-La muerte del señor Lazarescu (C. Puiu)
7.-La casa de la alegría (T. Davies)
8.-Dogville (L. von Trier)
9.-El secreto de Vera Drake (M. Leigh)
10.-El niño (Hnos. Dardenne)
11.-El empleo del tiempo (L. Cantet)
12.-El arca rusa (A. Sokurov)
13.-Amelie (J. P. Jeunet)
14.-La mala educación (P. Almodóvar)
15.-Bienvenidos a Belleville (S. Chomet)

Pedro y Lars por partida doble...



*Explico lo de la media película. Ocurrió en los últimos meses del 2006. En la filmoteca de Madrid podíamos disfrutar de una magnífica (aunque escasa) muestra de cine portugués, y para la inauguración se "proyectó" Espejo mágico, y se trajo a Manoel de Oliveira. El hombre, casi centenario, subió al estrado con vitalidad juvenil y habló de ricos y pobres, de clases sociales, y de sus intenciones al filmar la película sobre la obra de Agustina Bessa-Luís. Afortunadamente, creo que luego no se quedó a la película. Digo afortunadamente porque, a falta de 10 minutos para la conclusión empezamos a ver en pantalla imágenes que no tenían nada que ver con todo lo anterior: paisajes nevados, mezquitas, y desconcierto. La película acabó de pronto y se encendieron las luces; nadie entendía nada, ¿se había vuelto loco Oliveira? ¿Estaba completamente senil? Por un momento intentamos rebuscar alguna explicación, que si mezcla de clases, mezcla de culturas y religiones, metáfora sobre la imposibilidad del entendimiento... Cuando ya estábamos saliendo de la sala llegó una encargada de la filmoteca y nos contó que había llegado cambiado el último rollo de la película, y como todo había sido tan precipitado no les había dado tiempo a revisarlo. En ese momento me entró la risa, pero al rato me sentó realmente mal. Nos prometieron que volverían a poner la película, que guardáramos la entrada... Aún no se sabe nada, y las letras de la entrada empiezan a borrarse. Así que me faltan los últimos 10 minutos de la película, que, por otra parte, me estaba gustando mucho hasta ese momento. Cosas que pasan...

domingo, marzo 18, 2007

La conjura contra América, de Philip Roth

Uno de los pilares básicos en que se asienta la literatura de ficción, es la capacidad de despertar en el lector una incertidumbre sobre la posibilidad de lo narrado. Esto es, que aquello que se nos cuenta pueda llegar a suceder en un futuro o presente, o haya podido acaecer entre las invisibles rendijas de la intrahistoria. De este modo, Philip Roth decide, en su penúltima novela, prescindir de este arnés de seguridad y lanzarse directo al vacío, contándonos una historia que sabemos que nunca jamás sucedió, y adoptando de todos modos un estilo absolutamente realista. La ucronía que se nos propone en La conjura contra América (Lindbergh, simpatizante de los nazis, se presenta a las elecciones presidenciales por el partido republicano y resulta vencedor, colocando a su país en una situación de aislacionismo en plena Segunda Guerra Mundial) está relatada a la manera de alguna de las últimas novelas de Roth: Newark, barrio judío, costumbrismo, interioridad familiar y silenciosos conflictos que devienen en catarsis; lo que podría ser una novela de ciencia ficción se nos presenta como una narración detallada y absolutamente realista, y el lector va entrando poco a poco y queda con la boca abierta, estupefacto ante la valentía (¿o arrogancia?) del autor y la capacidad de hacernos partícipes. Un auténtico salto al abismo.


Aunque la obra tenga todas las características de Roth (salvo ese pequeño gran detalle), produce una extrañeza algo inquietante el aparente desapego con que está escrita, como si quisiera distanciarse de la acción del mismo modo que un adulto se distancia con los años de la mirada de un niño. Todo está contado, claro, por un supuesto Philip Roth de siete años, y en todo momento nos planteamos la duda sobre la limpieza de la mirada. Nunca sabemos si cada observación, cada reflexión sobre el estado de las cosas, está desarrollada por el Roth niño de los 40 o el Roth narrador que escribe el libro, y de esta manera quedan cubiertas las espaldas ante una visión que podría llegar a ser demasiado unidimensional.

No sé si esa extraña falta de fuerza (algo compensada en los dos últimos capítulos) es una virtud o un defecto, pero creo que las grandes virtudes de la novela, aparte de un retrato siempre vigoroso de los personajes, están en la comprensión de un mundo infantil (ya sea desde una óptica infantil o adulta, poco importa eso) lleno de miedos y traumas, y propenso a los extremos. Es necesario un pequeño detalle para que la mente de un niño te condene para siempre al Paraíso o al Infierno, un detalle que puede resultar tan esclarecedor como intrascendente.


La parte final de la obra ayuda al desconcierto, pues se nos plantean algunas alternativas de desenlace ciertamente disparatadas, que nos hacen plantearnos, como afirma Portnoy en su crítica, si no se tratará todo de una ensoñación del Roth de los siete años.

viernes, marzo 16, 2007

Ciclo Hong Sang Soo (VI): Virgin Stripped Bare by her Bachelors


La tercera película de Hong Sang Soo, Virgin Stripped Bare by her Bachelors, parece cerrar una primera etapa preocupada por la construcción de estructuras narrativas férreas, al servicio de un estudio complejo y detallado del subjetivismo y el punto de vista. En este sentido, puede ser éste su film más característico, más autoconsciente de esa búsqueda, utilizando para ello una narración en torno a dos voces, y articulada, como ya es habitual, alrededor de un trío de amigos, compañeros, amantes...


Virgin Stripped Bare by her Bachelors es una película completamente simétrica, de estructura refinadísima, organizada como un misterioso puzzle que va mutando según la identidad de su constructor. Resulta difícil comentar sobre este film sin desvelar detalles que llaman mucho la atención, pero da la impresión de que Hong lleva al límite sus preocupaciones relativistas tanto en el fondo como en la forma.


La acción se nos muestra fragmentada en pequeños capítulos que desgranan las diferentes partes, de una manera similar a la que empleará en la inmediatamente posterior
Turning Gate. Esta decisión, que en un primer momento puede resultar forzada o algo artificiosa, resulta muy clara como declaración de intenciones, mostrándonos que estamos presenciando una falsa realidad, una estilización de la misma que nos permita comprender mejor los mecanismos que mueven las decisiones y sentimientos humanos. Así, Hong Sang Soo nos viene a recordar constantemente que estamos viendo una película y que, por lo tanto, nos encontramos ante una deconstrucción de la realidad. Por ello también utiliza algunos recursos para hacernos ver "la trampa del cine" (idea que desarrollará totalmente en Tale of Cinema), que pueden recordar otras ilustres derivas ficcionales como las de Haneke en Código desconocido, Bergman en Persona o Lynch en INLAND EMPIRE. En una escena, por ejemplo, asistimos a la subida de un teleférico, que se acerca frontalmente a una cámara fija que creemos inexistente, situada en la cima desde el punto de vista de algún personaje. Pero cuando el teleférico se ha acercado lo suficiente, vemos que la cámara comienza a moverse lentamente hacia atrás, y sobreviene el rumor de una conversación. Es ese instante cuando comprendemos el engaño, cuando nos damos cuenta de que estábamos dentro del teleférico que marchaba delante del que veíamos en pantalla... Hong nos recuerda que no debemos dejarnos llevar tan fácilmente, que tenemos que reflexionar a cada momento ante lo que vemos, cuestionando todas las miradas y no despreciar ninguna. Así pues, la exploración de los puntos de vista es total: mediante la naturaleza de la historia narrada, la manera de contarla, y la inclusión de esos elementos distanciadores. Cada espectador se convierte en un nuevo punto de vista, completando los de los personajes implicados, y pasando a formar parte de un nuevo cine interactivo.

viernes, marzo 09, 2007

Ciclo Hong Sang Soo (V): Turning Gate

En una escena de Turning Gate dos amigos visitan a la amiga de uno de ellos en su escuela de danza, donde ella les interpreta un baile clásico, otro moderno y una salsa. De este modo, Hong Sang Soo parece decirnos que en su obra se integran tres tipos de cine: por un lado la vertiente clásica, orientalizante, heredera directa de Yasujiro Ozu; por otro lado tenemos un cine comprometido con la postmodernidad, autorreflexivo con el medio, autobiográfico, formalmente audaz, preocupado por fundir realidad y ficción en una masa compacta e indivisible; y por último, un lado popular que hace sus películas accesibles al gran público, mostrándonos inquietudes que son las de todos y conflictos con los que cualquiera puede identificarse fácilmente.


Por esta razón (aunque los films de Hong Sang Soo escondan en sus entrañas una enorme complejidad), me extraña muchísimo la invisibilidad de este director en nuestro país. Creo que es alguien que tendría su público (un público fiel, además), que podría ampliarse sin ninguna dificultad. En los últimos tiempos se han estrenado algunas películas de similares latitudes mucho más arduas para el espectador, como Tropical Malady de Apichatpong, Three times de Hou Hsiao Hsien, o El sabor de la sandía de Tsai Ming Liang. Así que no sé suál será la razón de este olvido que ya empieza a durar demasiados años.


Pero volviendo a lo que nos ocupa, Turning Gate se nos abre como un fascinante cofre de metáforas donde la desolación y la tragedia se presentan disfrazadas de comedia, de fina ironía. Pero claro, en ocasiones no hay nada tan punzante, duro y (en este caso) patético como un golpe de humor soterrado y desencantado. La película vuelve a presentar una estructura fragmentada en dos partes, la primera recurriendo una vez más al ya comentado trío entre amigos del que tanto partido saca el director, y la segunda centrando la miranda en sólo dos personajes. En general podemos ver el film como un viaje de imposible redención que el protagonista (un actor de cine recientemente fracasado) emprende sin esperanza alguna, como movido por inercia, sabedor de que el amor es algo ajeno a él, y buscando refugio en el sexo y otras actividades a las que le resulta más fácil acceder. Hong Sang Soo juega con el recuerdo, la memoria y su proyección en el presente, al tiempo que reflexiona, más claramente que nunca, sobre el tema del azar, señalando con absoluta claridad el papel impulsor que el ser humano debe tomar para que ese azar exista. Me explico. El azar está continuamente en nuestras vidas, nos invade y nos sorprende sin que casi nos demos cuenta, y sólo a veces somos conscientes de ello. En ese momento podemos hacer que ese azar florezca o que se diluya en el tiempo, según la opción que elijamos, según la personalidad del sujeto y las circunstancias que envuelvan el momento concreto. Este tramo de la película (que no desvelo porque todo el que la haya visto habrá identificado) nos remite con claridad a Antes del amanecer, la sorprendente comedia de Richard Linklater, al tiempo que nos invita a pensar en el viaje iniciático que emprendió el director de cine de la película de Preston Sturges Los viajes de Sullivan.


Aunque más enmascarado que en otras ocasiones, volvemos a tener un juego de espejos, de plano-contraplano, como define la crítica, en una película que se dobla limpiamente sobre su eje, mostrándonos el contraste entre un amor funcional y de ocasión y un amor verdadero y sentido. Me resulta difícil encontrar una película donde las escenas de sexo (descarnadas y esclarecedoras una vez más) revelen tanto acerca de la naturaleza de las relaciones de las personas que las protagonizan.






Seguramente sea, el protagonista de esta historia, el personaje más cercano al espectador de toda la filmografía de Hong Sang Soo. Esto no significa que estemos ante una caracterización más positiva: sigue siendo un truhán con los mismos defectos, problemas, inseguridades y arrebatos de otras veces, pero la ternura con que le trata la cámara lo convierte en alguien entrañable. Quizás en el descubrimiento del amor verdadero que decíamos antes radique el absoluto encanto de esta obra maravillosa, una de las más cuidadas de su director, en la que podemos disfrutar de los planos más profundos, sentidos, alegóricos y mejor compuestos de todo el cine de Hong Sang Soo.

sábado, marzo 03, 2007

Los paraguas de Cherburgo y Farmacia

La joya de Demy y la joya de Hopper.





¿Nadie más cree que hay un extraño parecido?

viernes, marzo 02, 2007

Reseñas recomendadas

Hace ya algunos días que terminé de leer el libro de relatos Putas asesinas, de Roberto Bolaño. Me ha gustado bastante, aunque me parezca irregular, y algunas imágenes especialmente potentes todavía se guardan en mi memoria. Esos padre e hijo surcando burdeles como si navegaran hacia ninguna parte, ese fantasma confraternizando con su violador, esos futbolistas conjurando la fortuna en una habitación de hotel... Hay relatos que no me han dicho nada, pero otros que cautivan por su atmósfera y honestidad. No voy a decir más, porque lo que quiero recomendar es la magnífica colección de reseñas que hizo Portnoy en su blog, comentando cada uno de los relatos (1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13) y apuntando uno de los aspectos más interesantes del libro, la multiplicidad de narradores, que nos da mucho juego en el siempre bolañista terreno de la realidad y la ficción.
Personalmente, yo también prefiero al Bolaño novelista; un libro como Los detectives salvajes se me antoja casi insuperable... (Me reservo 2666 para el futuro, por no gastar tan pronto los cartuchos más potentes).

Y ahora una recomendación cinematográfica. Ya que estamos en plena saturación coreana, Miradas de cine saca un especial sobre el nuevo cine coreano, con artículo de rigor para nuestro amigo Hong Sang Soo.

Ciclo Hong Sang Soo (IV): Woman on the beach

Woman on the beach, la última película hasta la fecha de Hong Sang Soo, se articula en torno a la figura de un director de cine, cuyo carácter y catarsis emocional se nos muestra a través de sus relaciones con las distintas personas de su entorno. La gente pasa por su vida dejando una huella que poco a poco va siendo ocultada por la lluvia inclemente. De repente cesa la lluvia, sale el sol y se evaporan sedimentos dejando el pasado al descubierto.


Se puede ver Woman on the beach como una comedia de enredo, como un profundo drama antropológico o como una ligera indagación costumbrista; pues bien, siendo todo eso, es muchísimo más. El humor está mostrado por primera vez sin tapujos (aunque sin forzar, en suaves pinceladas), sin miedo a la infravaloración; la cámara se libra tanto de los encorsetados planos estáticos de los primeros filmes como del nervioso y excesivamente impetuoso zoom de Tale of cinema; los temas tratados son los mismos, desde el peso de la memoria hasta las nostálgicas cenas de amigos, desde el egoísmo nunca asumido hasta la necesidad de la proximidad de los cuerpos, pero hay algo nuevo, un brillo indescriptible, una conciencia de su imposibilidad de trascendencia, mostrado a través de las inútiles disertaciones filosóficas en labios del personaje central; hay una mirala más limpia, una brisa mojada sobre un rostro que suplica en silencio.


De las cuatro películas que llevamos en el ciclo, Woman on the beach me parece la más perfecta y hermosa, la que respira con mayor libertad, la que se encoge cuando respiras, la que fluye cuando parpadeas. La bruma sobre la arena de la playa nos hace saborear el desánimo, el pesimismo, la angustia de la que habla el protagonista..., nos hace ver que por nosotros mismos no somos nadie. Del mismo modo que un coche atascado en la arena necesita del impulso ajeno para salir adelante, los protagonistas, nosotros, echamos en falta la compañía que en otros momento hemos descartado. Llega un momento en que echamos de menos a los compañeros más aburridos y plastas; echamos de menos la caricia furtiva de la mujer que nos asfixia; nos arrepentimos de las decisiones que adoptamos por su supuesta honestidad, cuando en realidad sólo contienen virulencia y resentimiento jamás asumido. Nos resulta fácil percibir defectos en los que nos rodean sin pararnos a pensar (sin querer pararnos a pensar) en las debilidades y fracasos de nuestro modo de ser. Una ausencia de cinco minutos puede ser terrible para el que espera e imperceptible para el que se esconde. El punto de vista sigue siendo lo fundamental. Los sentimientos se expresan mediante el aislamiento, haciendo ver la única cosa que importa en el único instante que vivimos y dejando fuera todo lo demás. Ahora bien, en el afán de objetividad, ¿sería justo sacrificar esos mágicos momentos que le dan sentido a una vida sólo para no hacer daño a un tercero que queda fuera del círculo? Hay muchas formas de verlo, todas correctas. Todas injustas.


Hong Sang Soo nos suele proponer historias a varias bandas, a tres en este caso, o tres por dos si somos más rigurosos, para evidenciar esa multiplicidad de emociones y puntos de vista. Pero cuidado: al menos en este caso no estamos ante una película coral. Al contrario, todo gira alrededor del protagonista, y el enjambre que lo rodea nos sirve para conocer la proyección de su figura en los sentimientos de los demás. Los demás no son un contrapunto, no son “otra manera de ver las cosas” (aunque parezca una contradicción con el párrafo anterior), sino un complemento de la concepción poliédrica del individuo, una forma de completar la definición del individuo, algo que se persigue a lo largo de todo el metraje. Por esa razón podemos pensar que el hecho de elegir una profesión como la de director de cine no es aleatoria, sino plenamente consciente de su carácter íntimo y autobiográfico, con la verdad por delante y sin necesidad de ninguna máscara que empañe las intenciones finales.


Hay películas que se sienten irracionalmente durante el visionado para después ir ganando en ideas, significados y complejidad cuando se asimila el agresivo verismo de lo narrado. No quería volver a mencionar a Rohmer, pero ésta es la película en que Hong Sang Soo más se le acerca, como si estuviera filmando una de sus Comedias y proverbios, convirtiendo la ligereza de una comedia en algo hondo, profundo, abrigado en sus distintas capas y en su intensa capacidad autorreflexiva.


Hace unos días comenté que INLAND EMPIRE me parecía sin duda la mejor película del 2006. Con Woman on the beach y Cartas desde Iwo Jima ya podemos configurar un podium dignísimo, lleno de sabiduría y cine de altura.





Crítica en Cine y Política
Crítica en FM Team
Crítica en El Camino de Méséglise