Woman on the beach, la última película hasta la fecha de Hong Sang Soo, se articula en torno a la figura de un director de cine, cuyo carácter y catarsis emocional se nos muestra a través de sus relaciones con las distintas personas de su entorno. La gente pasa por su vida dejando una huella que poco a poco va siendo ocultada por la lluvia inclemente. De repente cesa la lluvia, sale el sol y se evaporan sedimentos dejando el pasado al descubierto.
Se puede ver Woman on the beach como una comedia de enredo, como un profundo drama antropológico o como una ligera indagación costumbrista; pues bien, siendo todo eso, es muchísimo más. El humor está mostrado por primera vez sin tapujos (aunque sin forzar, en suaves pinceladas), sin miedo a la infravaloración; la cámara se libra tanto de los encorsetados planos estáticos de los primeros filmes como del nervioso y excesivamente impetuoso zoom de Tale of cinema; los temas tratados son los mismos, desde el peso de la memoria hasta las nostálgicas cenas de amigos, desde el egoísmo nunca asumido hasta la necesidad de la proximidad de los cuerpos, pero hay algo nuevo, un brillo indescriptible, una conciencia de su imposibilidad de trascendencia, mostrado a través de las inútiles disertaciones filosóficas en labios del personaje central; hay una mirala más limpia, una brisa mojada sobre un rostro que suplica en silencio.
De las cuatro películas que llevamos en el ciclo, Woman on the beach me parece la más perfecta y hermosa, la que respira con mayor libertad, la que se encoge cuando respiras, la que fluye cuando parpadeas. La bruma sobre la arena de la playa nos hace saborear el desánimo, el pesimismo, la angustia de la que habla el protagonista..., nos hace ver que por nosotros mismos no somos nadie. Del mismo modo que un coche atascado en la arena necesita del impulso ajeno para salir adelante, los protagonistas, nosotros, echamos en falta la compañía que en otros momento hemos descartado. Llega un momento en que echamos de menos a los compañeros más aburridos y plastas; echamos de menos la caricia furtiva de la mujer que nos asfixia; nos arrepentimos de las decisiones que adoptamos por su supuesta honestidad, cuando en realidad sólo contienen virulencia y resentimiento jamás asumido. Nos resulta fácil percibir defectos en los que nos rodean sin pararnos a pensar (sin querer pararnos a pensar) en las debilidades y fracasos de nuestro modo de ser. Una ausencia de cinco minutos puede ser terrible para el que espera e imperceptible para el que se esconde. El punto de vista sigue siendo lo fundamental. Los sentimientos se expresan mediante el aislamiento, haciendo ver la única cosa que importa en el único instante que vivimos y dejando fuera todo lo demás. Ahora bien, en el afán de objetividad, ¿sería justo sacrificar esos mágicos momentos que le dan sentido a una vida sólo para no hacer daño a un tercero que queda fuera del círculo? Hay muchas formas de verlo, todas correctas. Todas injustas.
Hong Sang Soo nos suele proponer historias a varias bandas, a tres en este caso, o tres por dos si somos más rigurosos, para evidenciar esa multiplicidad de emociones y puntos de vista. Pero cuidado: al menos en este caso no estamos ante una película coral. Al contrario, todo gira alrededor del protagonista, y el enjambre que lo rodea nos sirve para conocer la proyección de su figura en los sentimientos de los demás. Los demás no son un contrapunto, no son “otra manera de ver las cosas” (aunque parezca una contradicción con el párrafo anterior), sino un complemento de la concepción poliédrica del individuo, una forma de completar la definición del individuo, algo que se persigue a lo largo de todo el metraje. Por esa razón podemos pensar que el hecho de elegir una profesión como la de director de cine no es aleatoria, sino plenamente consciente de su carácter íntimo y autobiográfico, con la verdad por delante y sin necesidad de ninguna máscara que empañe las intenciones finales.
Hay películas que se sienten irracionalmente durante el visionado para después ir ganando en ideas, significados y complejidad cuando se asimila el agresivo verismo de lo narrado. No quería volver a mencionar a Rohmer, pero ésta es la película en que Hong Sang Soo más se le acerca, como si estuviera filmando una de sus Comedias y proverbios, convirtiendo la ligereza de una comedia en algo hondo, profundo, abrigado en sus distintas capas y en su intensa capacidad autorreflexiva.
Hace unos días comenté que INLAND EMPIRE me parecía sin duda la mejor película del 2006. Con Woman on the beach y Cartas desde Iwo Jima ya podemos configurar un podium dignísimo, lleno de sabiduría y cine de altura.
Se puede ver Woman on the beach como una comedia de enredo, como un profundo drama antropológico o como una ligera indagación costumbrista; pues bien, siendo todo eso, es muchísimo más. El humor está mostrado por primera vez sin tapujos (aunque sin forzar, en suaves pinceladas), sin miedo a la infravaloración; la cámara se libra tanto de los encorsetados planos estáticos de los primeros filmes como del nervioso y excesivamente impetuoso zoom de Tale of cinema; los temas tratados son los mismos, desde el peso de la memoria hasta las nostálgicas cenas de amigos, desde el egoísmo nunca asumido hasta la necesidad de la proximidad de los cuerpos, pero hay algo nuevo, un brillo indescriptible, una conciencia de su imposibilidad de trascendencia, mostrado a través de las inútiles disertaciones filosóficas en labios del personaje central; hay una mirala más limpia, una brisa mojada sobre un rostro que suplica en silencio.
De las cuatro películas que llevamos en el ciclo, Woman on the beach me parece la más perfecta y hermosa, la que respira con mayor libertad, la que se encoge cuando respiras, la que fluye cuando parpadeas. La bruma sobre la arena de la playa nos hace saborear el desánimo, el pesimismo, la angustia de la que habla el protagonista..., nos hace ver que por nosotros mismos no somos nadie. Del mismo modo que un coche atascado en la arena necesita del impulso ajeno para salir adelante, los protagonistas, nosotros, echamos en falta la compañía que en otros momento hemos descartado. Llega un momento en que echamos de menos a los compañeros más aburridos y plastas; echamos de menos la caricia furtiva de la mujer que nos asfixia; nos arrepentimos de las decisiones que adoptamos por su supuesta honestidad, cuando en realidad sólo contienen virulencia y resentimiento jamás asumido. Nos resulta fácil percibir defectos en los que nos rodean sin pararnos a pensar (sin querer pararnos a pensar) en las debilidades y fracasos de nuestro modo de ser. Una ausencia de cinco minutos puede ser terrible para el que espera e imperceptible para el que se esconde. El punto de vista sigue siendo lo fundamental. Los sentimientos se expresan mediante el aislamiento, haciendo ver la única cosa que importa en el único instante que vivimos y dejando fuera todo lo demás. Ahora bien, en el afán de objetividad, ¿sería justo sacrificar esos mágicos momentos que le dan sentido a una vida sólo para no hacer daño a un tercero que queda fuera del círculo? Hay muchas formas de verlo, todas correctas. Todas injustas.
Hong Sang Soo nos suele proponer historias a varias bandas, a tres en este caso, o tres por dos si somos más rigurosos, para evidenciar esa multiplicidad de emociones y puntos de vista. Pero cuidado: al menos en este caso no estamos ante una película coral. Al contrario, todo gira alrededor del protagonista, y el enjambre que lo rodea nos sirve para conocer la proyección de su figura en los sentimientos de los demás. Los demás no son un contrapunto, no son “otra manera de ver las cosas” (aunque parezca una contradicción con el párrafo anterior), sino un complemento de la concepción poliédrica del individuo, una forma de completar la definición del individuo, algo que se persigue a lo largo de todo el metraje. Por esa razón podemos pensar que el hecho de elegir una profesión como la de director de cine no es aleatoria, sino plenamente consciente de su carácter íntimo y autobiográfico, con la verdad por delante y sin necesidad de ninguna máscara que empañe las intenciones finales.
Hay películas que se sienten irracionalmente durante el visionado para después ir ganando en ideas, significados y complejidad cuando se asimila el agresivo verismo de lo narrado. No quería volver a mencionar a Rohmer, pero ésta es la película en que Hong Sang Soo más se le acerca, como si estuviera filmando una de sus Comedias y proverbios, convirtiendo la ligereza de una comedia en algo hondo, profundo, abrigado en sus distintas capas y en su intensa capacidad autorreflexiva.
Hace unos días comenté que INLAND EMPIRE me parecía sin duda la mejor película del 2006. Con Woman on the beach y Cartas desde Iwo Jima ya podemos configurar un podium dignísimo, lleno de sabiduría y cine de altura.
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4 comentarios:
a mi me parecio la mas rohmeriana de las vistas hasta ahora. me encanta lo complejo del protagonista, el personaje es mostrado con todas sus bondades y dificultades, me parece enorme la conversacion que tiene con moon-sook, en la que el se empeña, ante la evidencia, en negar que se ha acostado con la otra chica.
y creo que el asunto del poliedro es mostrado en este pelicula con una claridad fascinante, todo "fluye" de manera natural.
aun asi, no es la pelicula que mas me ha hechizado de las que he visto. :P
Uff, es tremenda esa conversación, y hay más de una así durante la peli.
Por lo que parece estuviste en la misma sesión que yo... Con la poca gente que había seguro que nos vimos!!, jeje. Bueno, si repites en el pase de las 20:00 alguno de los tres días que quedan me avisas y al menos nos saludamos en vivo.
Saludos!!
Coincido en todo con tu comentario, que he leído de casualidad, cosas del google ^^. También me parece, hasta ahora, la mejor película de Hong Sang-soo. Tienen suerte de haberla disfrutado en pantalla grande, yo lo tuve que hacer vía emule. Por mi parte, la mejor película del año junto a "Juventude em marcha", incluso por encima de "INLAND EMPIRE".
Hola Carlos!
Me alegro de que coincidamos, este miércoles toca Turning gate, que ya he visto que colocas en tu lista de pelis fundamentales del siglo XXI, jeje. Muy interesante tu blog, te meto en los enlaces.
Un saludo!!
PD: no he visto Juventude em marcha... ni nada de Pedro Costa..., espero subsanarlo próximamente.
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