sábado, julio 15, 2006

El muelle de las brumas, de Marcel Carné



Un romanticismo desesperado inunda los noventa minutos de "El muelle de las brumas". El tándem Marcel Carné-Jacques Prevért nos dio una de las películas más representativas del realismo poético, que sólo se puede concebir dentro de una cinematografía tan particular como la francesa. Personajes desesperados, misteriosos, de vuelta de todo, maltratados por la sociedad, que sólo confían en ser redimidos por un amor que se presenta de repente, salpicando el azar de lágrimas amargas.

Se intuye en el clima un existencialismo que plasmará Albert Camus cuatro años más tarde en su impresionante "El extranjero", con la diferencia de que aquí aún se intuye un resquicio de esperanza en el fondo de algunos personajes. No obstante, si existe una palabra para definir esta película, esa es el fatalismo. Estamos en el período de entreguerras, y se siente en cada plano una amargura que flota en el aire como si quisiera advertirnos de lo que se avecina sobre el mundo occidental.

Siempre se ha dicho que estas primeras películas de Marcel Carné anticipan lo que después en Hollywood sería el cine negro más clásico. Casualmente, el término film noir sería acuñado años después por un crítico francés. La noche, las brumas, el embarcadero, las tabernas, los personajes extremos..., todo eso pasaría a formar parte del cine negro, aunque sería tratado de una forma muy distinta al otro lado del océano.


Nuestra querida Nouvelle Vague hizo mucho daño a Marcel Carné. Fue uno de esos directores a los que injustamente crucificaron (quizá al que más), tachando su cine de encorsetado, acartonado, reflejo de una Francia que ya no existía. Todo eso puede ser cierto, pero también lo es que nos dejó un puñado de películas maravillosas, con un clima sugerente, profundamente romántico, que esconden mucha más verdad de lo que parece en esos diálogos que mezclan el lenguaje más puro de la calle con la artificiosidad del lirismo descarnado.

Pero hay dos nombres propios a los que destacar además del director. El primero es el director artístico, Alexander Trauner, que trabajaría posteriormente en Hollywood con Billy Wilder, y que desarrolla aquí una ambientación que Carné explota a la perfección en su acertadísima puesta en escena. Y el segundo, por supuesto, es el autor del guión, Jacques Prevért. Prevert, emblema de la vanguardia y la cultura francesa del siglo XX: poeta, guionista, autor de canciones, compañero de correrías de Picasso y los surrealistas, mítico paseante del viejo París... En "El muelle de las brumas" nos sólo nos deja algunas frases memorables, también compone unos personajes maravillosos que buscan desesperadamente, como él hizo durante toda su vida, la libertad.

1 comentario:

mentecato dijo...

Poesía pura. Y la poesía que sólo da la libertad.