martes, julio 04, 2006

Zuckerman encadenado (I): La visita al maestro


Antes de nada, quiero recomendar la magnífica reseña que sobre este libro hizo hace unos meses Portnoy en su blog (aquí) y, después, comentar que siempre es un placer leer cualquier cosa de Philip Roth, sean novelas inmensas e inabarcables o pequeños apuntes de genialidad, como este caso. El americano es uno de los autores más regulares que he leído nunca: muy difícilmente decepciona.

En este caso, La visita al maestro es, como ya se ha dicho muchas veces, una obra menor. Se trata de la primera aparición de Nathan Zuckerman como tal y, comparándola con la narrativa posterior del autor, se puede concluir que parece un esquema de todos los temas y obsesiones que tratará en profundidad en la última etapa de su carrera, probablemente la mejor, que se extiende desde el principio de los noventa hasta la actualidad.

Nathan Zuckerman, aquí veinteañero, se presenta como una prolongación madura de Alex Portnoy, menos exhibicionista y más contenido, pero con los mismos problemas de fondo. Toda la novela se desarrolla en la casa de un admirado escritor del que espera el apadrinamiento literario, más a nivel moral que oficial, y poco a poco vemos cómo la relación va ahondando hasta terrenos movedizos. Aquí todo resulta algo más mesurado y maduro de la habitual, como anticipando su trilogía de la hipocresía moral en Estados Unidos. Así pues, el esquema narativo parece similar al que explotará en profundidad en Me casé con un comunista, con ese juego de dualidades maestro-alumno, vehículo para la expiación de los traumas más recónditos. Por otro lado, se nos presenta una interesante fabulación historicista, con Ana Frank como protagonista de los desvaríos de Zuckerman, en una suerte de manipulación explícita como la de La conjura contra América. Por supuesto, no puede faltar el conflicto generacional, con esa rivalidad padre-hijo que se trata en Patrimonio o Pastoral americana.
Y por último, no podemos olvidar los dos problemas de fondo que remueven toda la acción:
  1. El judaísmo, con una clara crítica a su discurso victimista y el proteccionismo desmesurado de sus miembros, en especial dentro del ámbito familiar.
  2. El sexo como motor de todas las pulsiones del protagonista. Aquí no resulta tan explícito como en otras ocasiones, pero todo se desarrolla a partir del deseo incontenible de Zuckerman por la jovencita que habita la casa del escritor y a quien imagina como Ana Frank.

En definitiva, otra gran novela de Roth, menos ambiciosa y quizás no tan desarrollada como las últimas, pero con todos los ingredientes que lo convierten en el mejor escritor judío de su generación.

2 comentarios:

Portnoy dijo...

Gracias por la cita y el enlace y permíteme que desee que El dormitorio de Maud tenga una larga singladura... de ser así supongo que ya nos iremos viendo.
De La visita al maestro decir que es una pieza inteligente y concisa, con mucho más contenido que el que una primera lectura muestra y con un momento literariamente genial (no exagero): el que se refiere a Ana Frank.
De tu texto sólo cambiaría una cosa, el último adjetivo... yo lo dejaría en "el mejor escritor de su generación"
Un saludo

Daniel Quinn dijo...

Muchas gracias Portnoy. Estoy totalmente de acuerdo en tu apreciación pero, al contrario que el amigo Roth, creo que soy demasiado diplomático, o políticamente correcto que suena peor, jeje. No quiero que nadie se me enfade que tengo las paredes del dormitorio recién pintadas. Ahora voy a enfrascarme con Zuckerman encadenado, ya contaré.

Saludos y muchas gracias por la intervención!!