viernes, julio 07, 2006

El Doppelgänger

Acabo de descubrir que existe un término alemán para designar el mito del doble. Parece ser que en algunas culturas es una fábula ancestral mucho más popular de lo que lo es en nuestro país.
Después de de pasar una hora y media con la boca abierta delante de esa absoluta obra maestra de Kristof Kieslowski llamada La doble vida de Veronica, he decidido no escribir nada de ella. Todo lo que pudiera decir resultaría completamente vano ante unas imágenes que hablan por sí solas. Así que una sola recomendación: si no la has visto, hazte con ella ¡ya!, del modo que sea. Así pues, me he parado a pensar en el tema que aborda la película, el del doble, y he visto que ha dado mucho juego en la historia del cine y la literatura.

En primer lugar me he acordado de un pasaje de un libro de Millás que se me quedó grabado a fuego en su momento, así que buscando en Internet he encontrado la frase clave, que pertenece a La soledad era esto.
"Según mi madre, todos tenemos en nuestras antípodas a un ser que es exacto a nosotros... este ser anda, duerme y sufre al mismo tiempo que una porque es nuestro doble y piensa lo mismo que nosotras pensamos y al mismo tiempo..."

Ahora..., te pido un acto de sinceridad: ¿no reconoces haber pensado en algún momento de tu vida que tienes un doble en algún lugar del mundo? Creo que es una idea compleja y que puede tomar matices muy distintos según la mirada con que se aborde.

En la literatura existe una larga tradición en torno a este asunto, comenzando con el singular Gogol, cuya prolongación podemos ver en Dostoyevski, que escribió en El doble una novela fundamental, divertidísima y de gran hondura psicológica, que probablemente sea la obra canónica del tema. En el siglo XX también ha sido algo muy recurrente y que ha dado grandes títulos. Creo que Borges tenía algún relato sobre ello (sí, el tema es inevitablemente borgiano) y, más en la actualidad, dos de mis autores favoritos como Auster y Philip Roth han volcado aquí buena parte de sus obsesiones. En el primero es inevitable pensar en la Trilogía de Nueva York, donde se aborda de una manera críptica, pero presente a lo largo de todo el relato, como inundando el ambiente de una sensación de permanente ambigüedad. Auster habla del doble entre tinieblas, entre las tinieblas de la mente quizás, dotándolo de un aura de irrealidad que nos permiten incluirlo en el infinito subgénero de la literatura fantástica. Roth, sin embargo, parece más aferrado a la realidad y se inventa, en Operación Shylock, una de sus mejores obras, a un doble de sí mismo repleto de ironía y mordacidad, sin perder, de todos modos, el aire de pesadilla que inevitablemente asociamos al tema.

En cuanto al cine la lista sería interminable, desde la obligada referencia al Vertigo de Hitchcock hasta los múltiples plagios que ha desarrollado (y sigue haciendo) su homólogo (casi doble) Brian de Palma (Fascinación, Doble cuerpo, creo recordar que también la última, Femme Fatale, y alguna más que seguro que se me escapa). Pero yo creo que el autor más obsesionado es David Cronenberg, que en muchas de sus obras hace alguna referencia al doble y lo presenta casi como una enfermedad. Lo más obvio es recurrir a Inseparables, con esos dos gemelos a los que da miedo acercarse, pero también podemos volver a Spider, o a su última y magnífica Una historia de violencia, donde lleva el tema del doble a ámbitos más introspectivos y psicológicos. Aunque si seguimos por este camino no podemos olvidar la obra cumbre de Bergman, Persona, o, más claramente, lo último (esperemos que por poco tiempo) de David Lynch, su fascinante Mulholland Drive.

Y en realidad este tema se puede alargar todo lo que queramos, pero con esta somera relación de títulos me doy por contento, ya hablaremos de ellos en algún momento de nuestras insignificantes y parciales vidas...


No sé cómo dormiré esta noche, porque Verónica permanece incólume en mi cabeza; sigo rememorando la amalgama de sensaciones que me ha provocado. Quizás algún día, si logro asentar esos retazos de escalofrío, me anime a comentar algo de ella, pero de momento sólo puedo decir que se ha colocado en lo más alto del pedestal.
PD: ¿parece Irene Jacob una mezcla de Mamen Mendizábal y Amelie o estoy empezando a desvariar demasiado?

4 comentarios:

Portnoy dijo...

Hay que incluir a Nabokov en la lista: El doble es una de sus obsesiones permanentes, el tema de la mayoría de sus novelas.
un saludo

Daniel Quinn dijo...

Tras un par de días de ausencia vuelvo a disponer de Internet. Muchas gracias por tu aportación, Portnoy; de Nabokov reconozco que sólo he leído Lolita y no había caído en la cuenta... Pero es cierto que está muy presente en la novela, en esa mente enferma de Humbert Humbert..., que hasta tiene un nombre doble!!
Saludos

Roberto García dijo...

Lo de Mamen Mendizabal y Amelie no tiene nombre...las altas temperaturas comienzan a hacer estragos...jeje

Saludos Septimocieleros!

Daniel Quinn dijo...

Lo de Irene Jacob fue una visión repentina y subyugante que me hizo claudicar. Y además saldrá dentro de poco en la próxima peli de Auster!!! Qué ganas!! (Hablando de Auster, algún día reinvindicaré su maltratada Lulu on the bridge).

Saludos!!