De todo se ha oído sobre esta película, desde los que la califican como obra maestra hasta los que la detestan sobre todas las cosas. Así que tenía que verla para decirdirme por una de las dos corrientes..., o por ninguna de ellas. Ya sabemos todos que son tres historias en tres épocas diferentes (1966, 1911, 2005, por ese orden) que intentan hacernos contrastar las distintas (o similares en el fondo) formas de amar en cada una de ellas.

"Tiempos de amor, juventud y libertad" comienza con una hipnótica escena en una mesa de billar compuesta como una sinfonía de primeros planos que parece querer avanzarnos lo que va a ocurrir durante la película. La bolas se deslizan por el tablero, unas veces lenta y sigilosamente, otras con furia y violencia, del mismo modo que puede expresarse la pasión amorosa; unas jugadas parecen defensivas, otras ofensivas, pero, por muchas vueltas que den, las bolas siempre terminan llegando a su destino... La protagonista de esta primera historia trabaja en unos billares, y por su vida van pasando hombres que terminan yendo a la mili y dejándola con el único sabor de una carta almibarada remitida con meses de retraso. Por eso ella va cambiando de trabajo, pasando de un billar a otro, en una búsqueda que simula un huída constante pero termina siendo un refugio de esperanza. Ella piensa que un amor verdadero la perseguiría a uno u otro lado, se siente débil, se cobija en sí misma en la esperanza de que alguien la ampare, y así sobrelleva su vacío existencial, vaciándose de emociones y desencuentros. Cepilla cada mañana las mesas de billar con un mimo excesivo, en una especie de sacralización íntima, como si las miradas de los jugadores de la noche anterior quedaran sobre esa mesa y ella tuviera que barrerlas para poder afrontar una jornada más. Vemos que sufre, que siente íntimamente todo lo que acontece a su alrededor, y vemos sus carencias, la ausencia de alguien a quien poder confesarse, con quien poder intimar. La sublimación del dolor, de la angustia de vivir. Vemos su cara, vemos sus ojos. Entonces cambia de ciudad y uno de esos hombres la busca, parece que la quiere de verdad, hace todo lo posible por reencontrarse con ella, volver a verla. Él parece convencido de que ella lo quería de verdad, y lo que parece una huída puede que sólo sea un refugio. Ella necesita que alguien le demuestre el amor de ese modo, lo necesita para sobrevivir, para soportar el peso de la vida. Esperanza, eso es todo.
Ya se ha dicho que esta historia está muy cercana al cine de Wong Kar Wai, y es cierto: por la época, la utilización de la música, el minimalismo introspectivo... Pero hay algo que no termina de convencerme, y son los subrayados contínuos que las letras de las canciones realizan sobre las imágenes. Por ejemplo, en el último plano, que podría ser maravilloso, mientras esperan el autobús y sus manos entran en contacto por primera vez de una forma tan furtiva, suena la canción "Rain and tears", diciento algo así como "dame la respuesta de tu amor", que viene a ser lo que los dos protagonistas piensan en ese momento. De todos modos, el conjunto me parece maravilloso, una auténtica delicia de principio a fin.
"El tiempo de la libertad" me desconcierta y es la única que me parece fallida. Se sitúa en 1911 y es cine mudo, pero no mudo en plan Kim Ki Duk, sino mudo con intertítulos y todo. No me parece suficiente justificación el hecho de que en 1911 se destilara el cine mudo, pero le doy vueltas y no encuentro otra respuesta. Aquí, el estilo de Hou me parece irregular, alternando momentos de extrema sensibilidad con otros a los que no encuentro demasiado sentido, ya que no creo que contribuya a la comprensión de los sentimientos íntimos de los protagonistas como sí ocurre en todo momento en las otras dos historias. Otro problema por el que cuesta entrar es la ruptura tan radical con el primer episodio, que el espectador debe asimilar mientras avanza el actual.
Aquí vemos cómo la protagonista debe retraerse, contener sus sentimientos, ahogar en sí misma lo que la corroe por dentro. Ella no se explica que el hombre que la visita ayude a una compañera suya, casi desconocida para él. Y mientras ella sufre, es consciente de la injusticia y sabe que nunca recibirá nada de él que, claro, parece no enterarse mientras queda como un héroe por haber ayudado a la otra chica de una forma totalmente altruista. Hay mucho más que rascar, pero me quedo con dos momentos muy especiales en los que podemos percibir el sufrimiento de la mujer, ambos en la parte final: cuando escucha al otro lado del tapiz y cuando pasa lentamente el dedo por la carta de su amado, con una mezcla de tristeza, despecho y desesperanza. Estas son las cosas que te hacen entrar en la película, pero por desgracia llegan muy al final de la historia, cuando ya comienza la tercera.
Y nada más llegar al "Tiempo de la juventud" nos viene a la cabeza la magna obra de Hou "Millenium Mambo", con la que guarda más de una similitud. Pero en esta historia nos encontramos con un alud fascinante de ideas y sensaciones, que bombardean al espectador sin cesar. Estamos en el presente más arisco y radical, el que convierte la tecnología, los móviles, los ordenadores, los objetos, en grilletes que apenas nos dejan respirar. Deshumanización por doquier. Los protagonistas se mueven en apartamentos claustrofóbicos, abigarrados, museos que convierten lo moderno en reliquia y simbolizan la mentira de nuestro mundo. En la primera historia quedaba el refugio de la huída, pero aquí estos objetos nos atan y nos convierten en máquinas de egoísmo, con sentimientos que siempre se dirigen hacia dentro, nunca hacia afuera. Las discotecas y las drogas parecen haberse convertido en el único refugio, y la amistad y el amor son lastres que hay que superar. En las otras dos historias el contacto físico apenas existía, no había sexo, todo era furtivo, callado, sutil. Aquí, por el contrario, los protagonistas se tratan como trozos de carne. Se besan, se abrazan, copulan, todo ello sin que nunca importe el sentimiento del otro. Sólo importa el propio ego, la satisfacción primaria (que acaba siendo otro lastre). No hay salida, no hay comprensión, nadie escucha, todo es imagen, tenemos "amigos" porque hay que tenerlos y tenemos que hacer lo que queramos para demostrar que somos independientes. Me ha parecido ver que Hou apunta un posible responsable de todo esto, que no es otro que la propia sociedad que hemos montado y que nos bombardea continuamente con las manidas ideas de independencia, libertad y "sé tú mismo". (Sin ir más lejos, una de las canciones que canta la protagonista dice algo de eso en su letra). Y con esas ideas que a priori parecen tan puras y elevadas sólo conseguimos que los que se integran sean absolutos egoístas, y los que no lo hacen se vuelvan personas totalmente dependientes y alienadas, como la amiga de la protagonista.

Esta tercera parte me parece sublime, y aunque recuerde a "Millenium Mambo" creo que tiene una intensidad mayor, al condensar en menos minutos tantas o más ideas que aquella. Es una gran reflexión sobre el sentimiento colectivo de la juventud actual, actualizando maravillosamente ese sentimiento de desorientación que Antonioni supo plasmar como nadie durante los 60 y 70. Son jóvenes y hacen creen que no tienen necesidades, pero no es así, puede que ahí esté el problema. Escuché el otro día que el suicidio es la segunda causa de muerte entre jóvenes de una amplia franja de edad, sólo superada por los accidentes de tráfico. Así que quizás la visión de Hou no sea tan tremendista como pudiera parecer.
Muy importante en toda la película es la fotografía, espléndida en las tres historias. En la primera con un predominio del verde, la muerte, lo irreal, que nos sugiere el fallecimiento de un amor que sólo podrá renacer al final, con la lluvia y las esperanzas al viento. En la segunda todo es marrón, apagado, contenido, de acuerdo con los sentimientos a los que forzaba la época. Y en el tercero todo es modernidad, neones, luces mortecinas, confusión, derrota... La fotografía sirve para mostrar estados de ánimo, pero también para que nos fijemos en cada gesto de cada personaje, lo que en esta película tiene una importancia capital.
Por último, me quedo con la idea de que el amor es lo único que puede servir (expresado de maneras muy diferentes según las circunstancias), para sobrellevar la angustia existencial que nos creemos exclusiva de la época moderna pero que realmente siempre ha estado ahí.
Mucho más de sí daría esta película para analizar, pero a estas horas creo que ya me he extendido más de la cuenta. Dejo enlaces a críticas de otros lugares, algunas de ellas totalmente contrarias a mi opinión (horrorizadas con el film), que así podrán aportar otros puntos de vista mucho más ricos.