domingo, octubre 07, 2007

En la ciudad de Sylvia: búsqueda y reflejo



La soledad agudiza la mirada del mismo modo que las persianas exprimen las sombras chinescas de la noche. Sólo esa soledad es capaz de limpiar nuestros ojos, de hacerles ver misterios en los rincones de lo cotidiano; sólo la soledad puede construir refugios vacíos en que cobijar las ansias de descubrimiento; sólo la soledad permite hacer de un sonido una plegaria, de un murmullo una ilusión, de una aparición un sueño.

Guerín, como sólo puede hacer Godard, extrae dos películas de una: lo que vemos y lo que oímos son sensaciones complementarias pero independientes, que nos sugieren historias, miedos y sonrisas sin encadenar un plano tras otro ni diálogo tras diálogo. La pureza de la mirada bressoniana se alía con el sentir rohmeriano de los sonidos para hacernos entrar en un laberinto en que los elementos se repiten con un orden que sabemos perfectamente calculado, en el que lo artificioso entabla una dura pelea por conquistar la belleza. La danza de bicicletas y tranvías desmonta la ciudad para que nos perdamos entre sus piezas y podamos ver poesía donde la realidad suele mostrar su cara más trágica. Para Guerín la soledad es un privilegio, no una tortura, y una decepción puede calmarse en la barra de un bar a medianoche.

Guerín cabalga sobre la obsesiva búsqueda por la reconstrucción que tan bien nos mostró Alfred Hitchcock en Vértigo; para ello nos remite, como ha declarado el propio autor, a la Laura de Petrarca, omnipresente en las fachadas de los edificios a través de graffitis callejeros que contrastan fuertemente con el concepto transmitido de ideal belleza. En esta búsqueda resulta esencial la cuidadísima composición de cada plano y la profusión de escenas enmarcadas en cristales y juegos de espejos, que nos lanzan la poderosa y siempre polémica diatriba sobre la realidad y su reflejo, el cine y la vida (¿o viceversa?). Así pues, la impresión de un instante del pasado en la mente del protagonista le lleva a buscar su reflejo en el presente, y el recuerdo, convertido en arte, intenta ser emulado en la vida presente como si estuviéramos en uno de los experimentos con la realidad de Sophie Calle. Seguramente esta reflexión justifique el plano sobreimpreso del rostro de Pilar López de Ayala (la mujer buscada) en una recuperación de la memoria del protagonista; curiosamente, este artificio, que me pareció un subrayado algo fuera de lugar, también está presente de manera bastante extraña en El romance de Astrea y Celadón, la última obra de Eric Rohmer.


La principal diferencia entre esta película de Guerín y sus referentes más inmediatos radica en la primigenia pureza, quizá ingenuidad, que el catalán impone a su protagonista. Es posible que éste sufra en determinados momentos, pero las imágenes no dejan traslucirlo, los sonidos transportan a un mundo idealizado, donde hay tanta belleza en un perfecto rostro femenino como en el rodar de una botella vacía. Los personajes de Garrel o de Bresson (a quienes la más acusada desdramatización interpretativa acerca al protagonista de "En la ciudad de Sylvia") esconden siempre una tragedia inmensa, más amplia que la propia vida, que explota invisible y silenciosa, embargando al espectador de un dolor mágico y profundo, que llega a sentir como suyo. Pero al terminar la proyección de "En la ciudad de Sylvia" ningún pesar aparece por ningún lado, sólo la calma y la relajación, la necesidad de salir a la calle para poder escrutar con nuestra propia mirada, pensando en aquello que nos hemos perdido durante tantos años. También para eso sirve el cine. Ozu a través del espejo...

Por eso debemos ver la película como un bello poema, sin evitar por ello todas las reflexiones que nos puede suscitar cada secuencia, porque en ciertos momentos se esconde mucho más de lo que parece. ¿No hay nada más detrás de la imagen de una bella mujer sincopada por el paso de un tranvía? ¿No nos recuerda los dibujos que hacen los niños en los márgenes de las sucesivas páginas de un libro de manera que al pasar rápidamente las hojas se vea una animación rudimentaria pero inocentemente pura? Eso es el cine más inmediato, más primitivo, como parece decirnos el director desde el mismo cartel promocional de la película. En éste podemos ver a Pilar López de Ayala diciendo adiós con la mano con una expresión de profunda tristeza en su rostro. En la película apenas existe este momento, a pesar de resultar clave para el devenir de la historia. Lo más que vemos es a una chica despidiendo a alguien en un tranvía, alegre de perderlo de vista y sin rastro alguno de pesar. Su verdadera expresión se revela en la congelación, el instante, la fotografía... El celuloide oculto. Descubrimiento. Fascinación. Blow up. Guerín.

Crítica de Jaime Natche en Miradas
Crítica de Adrian Massanet en Extracine

11 comentarios:

Raquel dijo...

La verdad es que la has descrito my bien. Se nota que a Guerín le gustan las mujeres.

Lo atento que hay que estar para captar esa imagen del cartel...

Me gustó esa sensación de ser parte permanente de Estrasburgo, de estar tomándose algo en el terraza, de pasear por las calles, bailar en los bares..

Un abrazo.

cmc dijo...

me pareció una fantástica película cercana, como bien apuntas, a las persecuciones de sophie calle o a los juegos conceptuales de auster.

me recordó a "parís" de depardon, en esa suerte de búsqueda infinita de lo desconocido, el mirar adentro, el forzar la mirada del espectador, o al omnipresente "blow up" de antonioni.

a parte de todas estas sugestiones me gustaría preguntar cómo conseguir "tren de sombras" e "inisfree". no las encuentro por ningún lado y me gustaría mucho poder disfrutarlas.

un saludo.

Daniel Quinn dijo...

Así es, Raquel, se vive Estrasburgo como una ciudad que fuera propia, aunque nunca la hayas pisado :)

Para ||...|| tengo una sorpresa o, más bien, una pista para llegar a Inisfree :)

De Tren de sombras no puedo decir lo mismo, porque la bajé hace bastante tiempo pero, dada la horrible calidad de imagen, no he llegado a verla.

Un saludo a los dos!

Anónimo dijo...

en el cartel no veo esa expresión de tristeza sino más bien de ironía.

muy buen blog. interesantes miradas.

Daniel Quinn dijo...

Gracias Hródric! ¿Y no será la tristeza una retorcida forma de ironía? O, más bien, la melancolía... De todos modo se trata de revelar lo oculto. :)
Un saludo!

cmc dijo...

¡muchísimas gracias por la pista!

ahora mismo parece que tienen un problema con la capacidad del servidor pero en cuanto se restablezca me zambullo.

si consigo algo de tren de sombras te lo digo.

mil gracias por descubrir tesoros.

Daniel Quinn dijo...

Upsss, es que creo que hay que registrarse para acceder. Pero te dejo otro enlace alternativo. En el tercer mensaje lo encuentras.
Un saludo y de nada!! Faltaría más :)

BUDOKAN dijo...

Hola, me ha fascinado este escrito sobre este film con tantas referencias cinéfilas como Godar, etc. Me han dado muchas ganas de verla. Saludos!

Daniel Quinn dijo...

Gracias Budokan!! Esperemos que también podáis verla pronto por allí.
Un saludo!!

Anónimo dijo...

Bueno, lo que faltaba p'al duro, Boyero escribiendo en El País jeje

Y en cuanto a Sylvia, la verdad es que hay muchas ganas de verla. Sin llegar a tildarla de obra maestra, no oigo más que buenas críticas sobre ella (la película). Aunque estando en el extranjero (aún estando cerca de Estrasburgo)lo puedo esperar sentado... :)

Ces

Daniel Quinn dijo...

Jejeje, vi ayer lo de Boyero y casi no me lo creía, aunque pensándolo mejor, no era nada descabellado que ocurriera. Lo de El país está pasando de muy preocupante a calamitoso. No sólo pierde firmas importantes, despide cronistas dictatorialmente o censura artículos de sus más brillantes periodistas (véase el vergonzoso caso Ignacio Echevarría), sino que ahora parece que va a tirar más del golpe popular, la provocación y el amarillismo. Lo que le faltaba a una sección de cine convertida en una bacanal desde la muerte de Ángel Fernández Santos.
Hasta ahora, cuando compraba algún periódico compraba El país; a partir de este momento me quedo sin opciones.

Y la de Sylvia es una gran opción para ir al cine en el extranjero, aparte de su calidad porque casi no hablan :). A ver si tienes suerte y los alemanes se portan.

Un saludo Ces!!