miércoles, diciembre 05, 2007

El bosque del luto: de la ausencia y la esperanza


Parece Naomi Kawase empeñada en construir, con cada nueva película, un tupido puzzle de elegías a la ausencia a través de las que dibujar un intemporal mapa del vacío contemporáneo. Con un estilo muy orientalizado, digno heredero del emocionante cine familiar de Yasujiro Ozu y de las modernas variaciones de Hou Hsiao Hsien, haciendo del fuera de campo y de las interacciones imagen-sonido elegantes métodos de hacernos ver el misterio, las películas de la directora nipona parecen conectar en lo más hondo con el espíritu de Paul Thomas Anderson, alejadísimo de ella tanto en formas como en geografía. Ambos comparten una misma curiosidad en la mirada, como si se cuestionaran la realidad a cada momento, sorprendiéndonos con cada imagen y escrutando los paisajes -el valle de San Fernando, el bosque de Mogari- como si intentaran penetrar en el alma de los personajes, sin perder la conciencia de que el mundo actual se define, precisamente, por un hermetismo que convierte lo emocional en una catarsis íntima.

Quizás con menos rigor que en las conocidas Suzaku y Shara (hay una muy discutible "explicación" de la película por parte de un monje budista), El bosque del luto supone una continuación de un concienzudo análisis sobre la pérdida familiar y su consiguiente desintegración. Sin embargo, este último film es la película más libre y desatada de su directora, a quien no importa subrayar algunos conceptos y hacer alguna concesión formal para mostrarnos la única salvación ante la desgracia: la belleza. Y no hablamos sólo de una belleza compositiva, del extremo cuidado con que se traza (Kawase parece no rodar, sino trazar como un pintor) cada plano, con que se alimentan los sonidos, las texturas y las impresiones reticulares; el film nos sorprende con una belleza buscada en la comunión de espíritus contrapuestos, al modo de la filosofía budista, que, sin embargo, se retroalimentan para sobrevivir a costa del reflejo que supone el uno del otro. Kawase ha compuesto su película más física, porque sabe que es el vehículo idóneo de expresar los sentimientos, lo cual llama aún más la atención dentro de una filmografía normalmente tan aséptica y contenida como la oriental. Para eso es necesario atravesar un momento de clímax que rompe todas las ataduras, del mismo modo que el baile de Shara o el jugueteo en la azotea de Suzaku. Por supuesto, la lluvia vuelve a estar presente y juega un papel fundamental, que nos lleva otra vez a Paul Thomas Anderson y su mágica lluvia de Magnolia, también presente en otras manifestaciones de la cultura japonesa, como uno de los últimos libros de Haruki Murakami, Kafka en la orilla.

Aparte del inefable valor sensorial de la película, es destacable cómo se sugiere la reconstrucción de un pasado a partir de un par de detalles que se antojan decisivos para la actual situación anímica de los dos protagonistas, los cuales viven prisioneros de ese pasado: una mediante la omisión y otro mediante la reiteración. Y de esta necesidad por conocer los precedentes emerge el optimismo empañado de tristeza que siempre deja traslucir el cine de Naomi Kawase. Puede que las tragedias nunca resultan deseables, pero no se puede negar que configuran nuestra propia identidad y consruyen inevitablemente nuestra interacción con el presente. Por ese motivo parecen inevitables la asimilación y la búsqueda de intimidad. Y si es posible, claro, la búsqueda de una intimidad compartida.

Resulta complejo analizar friamente una película tan emocionalmente cautivadora, y Kawase sabe que la única forma de compartir la profundidad de sus sentimientos pasa por la desnudez y el despojamiento, por la sinceridad de una viva cámara al hombro, (herencia de su vocación documentalista) que no por casualidad se mueve en absoluta libertad en busca de una verdad que no tiene porqué restringirse a vivir fuera de los límites de la ficción.

Sin duda, El bosque del luto es uno de los estrenos del año, una de las películas más bellas y conmovedoras que se hayan podido ver en el cine en mucho tiempo.

11 comentarios:

Recaredo Veredas dijo...

El bosque del luto, qué hermoso título. Anderson es uno de los directores americanos más interesantes, aunque a veces -como en Punch, Drink, Love- le pierda el manierismo. En cualquier caso, la desesperación de Julianne Moore es siempre inolvidable. Gracias por tu blog. Saludos.

Cris dijo...

Bonito comentario. Para mi también una de las mejores películas del año! (como todas las de Kawase).
Saludos!!

Daniel Quinn dijo...

Gracias Recaredo y Cris!
Por cierto, a mí Punch-Drunk Love me gusta mucho, me parece la gran comedia romántica de lo que llevamos de siglo, acorde a los tiempos. Y ahora espero ansioso su próxima There will be blood...
Saludos!!

´´ dijo...

No la encuentro en la cartelera .

Daniel Quinn dijo...

Pues tienes razón, Francis. Porque la iban a estrenar ayer, pero al final la han retrasado una semana, así que hasta el 14 de diciembre no estará en salas.

Yo tuve la suerte de verla en el pase de prensa, gracias a Cinempatía, aunque dado cómo transcurren esos pases (unos llegan tarde, otros hablan por el móvil sin ninguna cautela en mitad de la película, otros se duermen roncando en tu oreja apaciblemente, y unos cuantos se marchan bastante antes de terminar) puede que sea mejor esperarse.
Cuidado, que no digo que todos los pases de prensa sean así, pero sí los pocos a los que he ido, especialmente este último, que casi parecía una feria.

Un saludo Francis!

Carlos dijo...

¿No se estrena hasta el catorce? Que fuerte, adiós a verla este fin de semana. En fin, espero ansioso...

Antonio Rando dijo...

Muy buen análisis del cine de esta mujer. Lo poco que tiene me ha impresionado tantísimo… A la espera de unos subtítulos españoles, porque de japo andamos peor que mal.

Little Turtle dijo...

juju

los pases de prensa!!!

creo que en cuanto lleves unos cuantos, tendrás mas que comentar que un mes seguido yendo a la filmo.

Daniel Quinn dijo...

Jeje, pues sí, es alucinante. No me puedo creer que la gente que va a los pases de prensa se dedique a eso profesionalmente... Y que les paguen... Ahora bien, hay de todo, como en todas partes. Y aquí acaban los tópicos por hoy :)

Gracias por los comentarios a todos!

Anónimo dijo...

Hola Quinn. Soy el anónimo de los 400 goles de truffaut ;) me lo pasé muy bien aquel día. Soy algo lento de reflejos y algo bocazas también (es un pack) pero quería decirte que fui a ver esta joya de película gracias a tu post. fue ayer y me quedé en silencio y deseando luto y silencio. pero también con ganas de abrazar al mundo entero en aquel bosque.
simplemente me presento (a mí también me pesa el tema social- asocial-desiertos?) porque aquel día que me pediste que me presentara me cagué en los calzoncillos, pues hoy te dejo esto y me largo por si acaso... pero contento al fin y al cabo. tengo la vida instrucc... en la estantería y pendiente de leer porque me gusta mucho perec y me gustan tanto sus libritos que me la reservo... a veces apetecen estos tiras y aflojas con lo que se sabe que va a ser bueno...
tal como escribes de ese libro dan más ganas todavía. me gustó eso que dijiste que si tuvieras que escribir un libro sería ese o algo así. yo creo que si me dejaran decidir qué libro de los escritos me gustaría escribir sería si una noche de invierno un viajero de calvino... fue mi primer libro "físico", en el que entendí e incluso amé "físicamente" no solo al escritor sino al encargado de la imprenta...
en fin, un saludo tardío, extensivo a francis si lo lee.

Daniel Quinn dijo...

Hola Jem!! Pues bienvenido de nuevo! Me alegro de que te presentes :) También me pone muy contento que te hayas ido a ver la peli de Kawase y te haya gustado, porque son las cosas que dan fundamento a este blog.
Lo de Perec es cierto, quizás sea una buena idea reservarlo. Yo estoy haciendo lo mismo con 2666, aunque no sé si aguantaré mucho más...

Muchas gracias y un saludo!