Si para Gabriel Celaya la poesía era en arma cargada de futuro, Brian de Palma parece decirnos en Redacted, su última película, que el arma más poderosa del presente cabe en la palma de una mano y es una cámara de vídeo digital:
En Grupo salvaje, la obra magna de Sam Peckinpah, se presenta en los créditos iniciales la imagen de un escorpión siendo devorado por las hormigas mientras unos niños perturban el orden natural atacándolo y ensañándose con un palo a la vez que transforman sin darse cuenta una escena cotidiana en un espectáculo mediático. En una de las primeras secuencias de Redacted se repite lo que ya ideó Peckinpah hace casi cuarenta años, volviendo a mostrar al escorpión rodeado y poblado de hormigas. La lucha de clases del fuerte contra los débiles sigue estando ahí, siguiendo su curso como si ahora una mayor libertad hiciera del ensañamiento un vestigio del pasado. Sin embargo, sólo se engaña al espectador durante unos instantes, para hacerle recordar rápidamente, al modo de Haneke en Caché o Código desconocido, que lo que presenciamos es una manipulación de la realidad, y que la mera observación de algo así no puede tener vocación objetiva, pero sí vocación de honestidad. Así, mediante este homenaje-paralelismo, la crudeza y capacidad metafórica del cine de una determinada época deviene en referencial y autorreflexiva para convertirse en posmoderno. Para ello, de Palma prescinde de los niños con arma y nos muestra a un soldado sonriente, grabando la escena del escorpión y las hormigas con su pequeña cámara de vídeo digital. En nuestra sociedad global y mediatizada no hay arma poderosa que la imagen.
Se ha comentado en algunos medios, a propósito de esta película, que Brian de Palma había desconcertado con su drástico cambio después del clasicismo de su anterior cinta, La dalia negra. Sin embargo, no puedo estar menos de acuerdo con esta afirmación. Ya desde el inicio de su carrera, los intereses del director norteamericano no se centraban en perfeccionar los mecanismos clásicos del cine comercial (o de autor): sus películas "hitchcockianas" no pretenden emular al maestro británico en el dominio del suspense o el dibujo de estructuras y personajes perfectamente caligrafiados, sino aportar, mediante un ejercicio de relectura, las claves que permiten comprender el ideario de la cultura contemporánea, basada en la referencia y el autoanálisis. Después de la culminación de esa obra maestra que supuso Femme fatale, de Palma pareció adaptarse a las formas y códigos del noir más clásico en La dalia negra, que no era bajo ningún concepto una revisión nostálgica de una presunta época dorada del cine (en todo caso sería un homenaje a una admirable manera de entender el cinematógrafo), sino una demostración plausible de que no es posible seguir soportando el peso de los códigos clásicos en un momento como el actual. A partir de referencias cruzadas y juegos intertextuales, La dalia negra hacía explotar desde dentro una manera de hacer cine, por lo que el concepto de Redacted de dibujar un cine del futuro como salida al clasicismo no puede estar más en consonancia con la carrera de Brian de Palma.
Utilizando material heterogéneo (imágenes de documentales, reportajes televisivos, vídeos de Youtube, grabaciones de los propios soldados, imágenes de cámaras de seguridad, videoconferencias...), de Palma reconstruye en su última creación un suceso (violación y asesinato infligidos por militares estadounidenses a civiles iraquíes) utilizando las artimañas de la ficción. Consciente de no ser un falso documental, Redacted busca una verdad a través de la mentira, siguiendo el camino inverso a los medios oficiales, en cuya buena fe no se puede confiar. La tesis parece ser que la verdad es inaprensible, dado que cada punto de vista implica una manipulación, y una diversidad de fuentes desprovistas de intereses externos (siempre habrá intereses internos y una inquebrantable vocación manipuladora en el mero hecho de mirar) puede ser la manera más razonable de intentar acercarse a esa verdad que, como diría Bresson, no tiene que ver con la realidad. Por lo tanto, sería un grave error intentar ver esta película como una aproximación realista o una reconstrucción documental, lo que la haría caer en un pozo insalvable, y resulta más lógico apreciarla como la humilde crónica de un fracaso en la búsqueda de la verdad.
Sin perder de vista el cine, también resulta elogioso el compromiso y el grado de valentía del film, indiscutiblemente honesto, tan visceralmente implicado en el "qué se cuenta" como en el "cómo se cuenta". La cercanía del conflicto de Irak y el comportamiento del gobierno estadounidense añaden un valor moral a la cinta, de cuya componente coyuntural no se puede prescindir. El rótulo inicial que nos presenta la película como el relato de un hecho concreto en mitad de la guerra (mediática y bélica al tiempo) la salva, además, del oportunismo y la demagogia, imponiendo un punto de sensatez que no resta la comentada valentía. Porque la mención explícita del hecho concreto evita que se pueda entender el relato en tono metafórico o en un sentido psicologista o casual. Es una denuncia, y no se dice que esa deplorable acción sea consecuencia de unas determinadas causas iniciales, por lo que toda la reflexión queda para el espectador cauteloso, que no se ve guiado en una dirección fija y desprovista de propia moralidad como un documental de Michael Moore. De Palma es consciente de que sólo desde una posición impecablemente moral y absolutamente respetuosa con el espectador se puede alcanzar un claro objetivo de denuncia.
En Grupo salvaje, la obra magna de Sam Peckinpah, se presenta en los créditos iniciales la imagen de un escorpión siendo devorado por las hormigas mientras unos niños perturban el orden natural atacándolo y ensañándose con un palo a la vez que transforman sin darse cuenta una escena cotidiana en un espectáculo mediático. En una de las primeras secuencias de Redacted se repite lo que ya ideó Peckinpah hace casi cuarenta años, volviendo a mostrar al escorpión rodeado y poblado de hormigas. La lucha de clases del fuerte contra los débiles sigue estando ahí, siguiendo su curso como si ahora una mayor libertad hiciera del ensañamiento un vestigio del pasado. Sin embargo, sólo se engaña al espectador durante unos instantes, para hacerle recordar rápidamente, al modo de Haneke en Caché o Código desconocido, que lo que presenciamos es una manipulación de la realidad, y que la mera observación de algo así no puede tener vocación objetiva, pero sí vocación de honestidad. Así, mediante este homenaje-paralelismo, la crudeza y capacidad metafórica del cine de una determinada época deviene en referencial y autorreflexiva para convertirse en posmoderno. Para ello, de Palma prescinde de los niños con arma y nos muestra a un soldado sonriente, grabando la escena del escorpión y las hormigas con su pequeña cámara de vídeo digital. En nuestra sociedad global y mediatizada no hay arma poderosa que la imagen.
Se ha comentado en algunos medios, a propósito de esta película, que Brian de Palma había desconcertado con su drástico cambio después del clasicismo de su anterior cinta, La dalia negra. Sin embargo, no puedo estar menos de acuerdo con esta afirmación. Ya desde el inicio de su carrera, los intereses del director norteamericano no se centraban en perfeccionar los mecanismos clásicos del cine comercial (o de autor): sus películas "hitchcockianas" no pretenden emular al maestro británico en el dominio del suspense o el dibujo de estructuras y personajes perfectamente caligrafiados, sino aportar, mediante un ejercicio de relectura, las claves que permiten comprender el ideario de la cultura contemporánea, basada en la referencia y el autoanálisis. Después de la culminación de esa obra maestra que supuso Femme fatale, de Palma pareció adaptarse a las formas y códigos del noir más clásico en La dalia negra, que no era bajo ningún concepto una revisión nostálgica de una presunta época dorada del cine (en todo caso sería un homenaje a una admirable manera de entender el cinematógrafo), sino una demostración plausible de que no es posible seguir soportando el peso de los códigos clásicos en un momento como el actual. A partir de referencias cruzadas y juegos intertextuales, La dalia negra hacía explotar desde dentro una manera de hacer cine, por lo que el concepto de Redacted de dibujar un cine del futuro como salida al clasicismo no puede estar más en consonancia con la carrera de Brian de Palma.
Utilizando material heterogéneo (imágenes de documentales, reportajes televisivos, vídeos de Youtube, grabaciones de los propios soldados, imágenes de cámaras de seguridad, videoconferencias...), de Palma reconstruye en su última creación un suceso (violación y asesinato infligidos por militares estadounidenses a civiles iraquíes) utilizando las artimañas de la ficción. Consciente de no ser un falso documental, Redacted busca una verdad a través de la mentira, siguiendo el camino inverso a los medios oficiales, en cuya buena fe no se puede confiar. La tesis parece ser que la verdad es inaprensible, dado que cada punto de vista implica una manipulación, y una diversidad de fuentes desprovistas de intereses externos (siempre habrá intereses internos y una inquebrantable vocación manipuladora en el mero hecho de mirar) puede ser la manera más razonable de intentar acercarse a esa verdad que, como diría Bresson, no tiene que ver con la realidad. Por lo tanto, sería un grave error intentar ver esta película como una aproximación realista o una reconstrucción documental, lo que la haría caer en un pozo insalvable, y resulta más lógico apreciarla como la humilde crónica de un fracaso en la búsqueda de la verdad.
Sin perder de vista el cine, también resulta elogioso el compromiso y el grado de valentía del film, indiscutiblemente honesto, tan visceralmente implicado en el "qué se cuenta" como en el "cómo se cuenta". La cercanía del conflicto de Irak y el comportamiento del gobierno estadounidense añaden un valor moral a la cinta, de cuya componente coyuntural no se puede prescindir. El rótulo inicial que nos presenta la película como el relato de un hecho concreto en mitad de la guerra (mediática y bélica al tiempo) la salva, además, del oportunismo y la demagogia, imponiendo un punto de sensatez que no resta la comentada valentía. Porque la mención explícita del hecho concreto evita que se pueda entender el relato en tono metafórico o en un sentido psicologista o casual. Es una denuncia, y no se dice que esa deplorable acción sea consecuencia de unas determinadas causas iniciales, por lo que toda la reflexión queda para el espectador cauteloso, que no se ve guiado en una dirección fija y desprovista de propia moralidad como un documental de Michael Moore. De Palma es consciente de que sólo desde una posición impecablemente moral y absolutamente respetuosa con el espectador se puede alcanzar un claro objetivo de denuncia.
4 comentarios:
jordi costa - el cine en tiempos de la infección de imágenes
Gracias por el enlace Little!! Me parece realmente una visión muy acertada y que choca con lo que han dicho algunos otros de nuestros críticos.
Un saludo!
jordi costa - la traición sensacionalista
Gracias Little!
Pero hay un error en el link, lo pongo bien :)
jordi costa - la traición sensacionalista
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