domingo, abril 29, 2007

Bergman desconocido (I): Una lección de amor

Me parecía imperdonable que, a estas alturas de blog, aún no se pudiera leer por aquí una sola entrada sobre el maestro sueco Ingmar Bergman (casi tan imperdonable como no tener nada de Eric Rohmer...). Así que, dado que tengo preparadas unas cuantas películas para ello, he decidido comenzar un ciclo para comentar algunas de las películas menos conocidas de su filmografía, aquellas que suelen ser clasificadas como menores, de transición, o directamente prescindibles.




En 1954, tan sólo un año antes de filmar su comedia más conocida y, para mí, una de sus indiscutibles obras maestras, Sonrisas de una noche de verano, Bergman ensayaría con la simpática, ligera (también profunda) y sutil Una lección de amor.

Bergman realiza, como haría muy habitualmente en películas posteriores, una disección de la institución matrimonial, con la originalidad de abordarlo, en esta ocasión, en un tono de farsa que encubre ideas y sentimientos tremendamente pesimistas con una pátina de cinismo que parece privarlos de su auténtica trascendencia. La narración se estructura en torno a los recuerdos de los protagonistas, que actúan a modo de flashbacks directos y explícitos (nada que ver con la sutil infiltración de presente y pasado de Fresas salvajes o la convergencia de consciencia, sueño, recuerdo y deseo de películas como Persona o El silencio. Claro, todo esto son palabras mayores...).




El humor, aunque no sea tan ingenioso ni brillante, puede recordar en su sutileza y sus alusiones sexuales a las películas de Ernst Lubitsch, cuyo descreimiento y falta de optimismo en las instituciones y convenciones sociales resulta bastante parecido. Sin embargo, hay una gran diferencia: donde Lubitsch promulgaba un carpe diem basado en la sencillez y la primacía de la emociones básicas, Bergman no puede evitar reflexionar continuamente sobre cada suceso y sacar conclusiones sobre ello, conduciendo a un pesimismo mucho más trascendente y oscuro que el de su colega alemán. Me explico:

Es posible que ni Lubitsch ni Bergman confíen en el matrimonio, los dos lo miran con recelo y lo analizan sin ninguna piedad. El primero es consciente de todos sus problemas, pero intenta evitarlos con frivolidad, optando por buscar alternativas vitales y quitando importancia a los asuntos que para el sueco se convierten en cruciales. Así, aun haciento una comedia, Bergman imprime a su obra un toque auténticamente suyo, mostrándonos cómo una mala mirada o un resquicio de desconfianza pueden significar obstáculos insalvables. El existencialismo del sueco puede ser clave en este sentido, y su angustia vital se expresa en una necesidad imperiosa de ser consciente de sus problemas, abordarlos y cargar con ellos aunque no los pueda solucionar, pero nunca tirarlos despreocupadamente a uno de los lados de la cuneta.

En Una lección de amor se habla mucho del amor, los celos, el matrimonio, la infidelidad, la seducción, el sexo..., pero también de las relaciones paterno-filiales, la flexibilidad del recuerdo, el miedo ante lo desconocido y, no podía faltar, el viaje. Entrar en todos estos temas sería poco más o menos que abordar toda la filmografía de Bergman, así que lo dejaremos para otra ocasión.

Un detalle que me parece fundamental es la valentía de la película en sus planteamientos morales. Aunque el personaje de Gunnar Björnstrand sea el protagonista absoluto, durante todo el metraje se reivindica y defiende la necesidad de libertad de la mujer, el atraso que supone verse sometida a una figura masculina (y no todo se reduce a una independencia financiera, como se dice explícitamente en un instante concreto), y la imposibilidad de progreso (entendido como progreso emocional) de una sociedad que subordina de tal manera al cincuenta por ciento de su población. Aunque parezca mentira, han pasado más de 50 años y al asunto aún le queda mucho camino por recorrer.




Por último, quería destacar la presencia maravillosa (como hija del protagonista) de Harriet Andersson, que venía de interpretar un personaje mucho más turbio y complejo en Un verano con Mónica, y nos regala ahora un papel muy divertido de una adolescente en plena crisis de madurez y rebeldía que confronta ideas de todo tipo con su padre, lo que no impide que se mantenga una relación cordial y magnífica entre ambos.

En definitiva, no estamos ante una de las grandes obras de Bergman, pero resulta agradable y muy interesante, de visión recomendada para comprender mejor la figura del realizador sueco y apreciar detalles que desarrollará con mayor profundidad en películas posteriores.

Edito para añadir un enlace al fantástico estudio de Tren de sombras realizado por un mítico internauta cinéfilo: Apuntes sobre el cine de Bergman

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Hablando de peliculas pequeñas, que son las que de verdad uno mas disfruta en lo personal, tengo mucho interes en ver aquello que rodo bergman en la isla de faro, un pequeño encuentro con la gente del lugar y su posterior revisitacion diez años despues.

Tortuwire

Carlos dijo...

Este bergman no lo he visto, pero vaya, es que ha sido un hombre tan prolífico (así da gusto XD), que resulta complicado prestar atención a esas pequeñas películas... algún día retomaré los títulos que me faltan de su filmo.

Daniel Quinn dijo...

Tortuwire, no conozco lo que dices de la isla de Faro, ¿es alguna película en concreto? ¿Está rodado ya en su época de reclusión en la isla?

Carlos, tienes razón, ante una obra tan inmensa es difícil no dejar las pequeñas películas desapercibidas. Me he puesto a contar y creo que, habiendo visto unas 25 me faltan aún muchísimas. Por eso voy a intentar recuperar algunas de ellas, seguro que aportan algo más de luz a su obra en general y sirven para conocer mejor su hermética cabeza.

Lo que llevo tiempo buscando con desesperación son subtítulos en castellano para En presencia de un clown, que al parecer es una de sus obras básicas...

Muchas gracias por vuestras aportaciones. Un saludo!

BUDOKAN dijo...

No vi este film y la verdad que de Bergman me gustan las películas chicas. Sobre todo las de ese periódo. Con el tiempo se fue volviendo más un mito que un director, pero esa etapa no tiene desperdicio. Saludos.

Daniel Quinn dijo...

Jeje, lo del mito es verdad, pero creo que nunca con tanta justicia. Si hay un director que ha seguido haciendo películas sublimes hasta los últimos momentos ese es Bergman. Ahí está Saraband para demostrarlo. Espero que no sea la última, a pesar de que pronto cumplirá los 89... (viendo a gente como don Manoel recobro las esperanzas)
Un saludo!

Daniel Quinn dijo...

Tortuwire, ya he estado investigando sobre lo que decías. Imagino que te refieres a dos documentales que realizó en su isla en 1969 y 1979:

1.- Fårödokument 1969 (Documento sobre Fårö]]

2.- Mi isla, Farö (Farö-dokument)

La verdad es que puede ser muy muy interesante...

Cuadernista dijo...

Una pelicula pequeña, nunca es una pelicula ligera, toda pelicula encuentra su lugar en la filmografia del director, y mas aun las pequeñas, como las que han mencionado, razones obvias, por ser en muchos casos las primeras, o por ser la mayoria de veces fruto de esa actividad espontanea que es hacer cine, sin reparar en la trascendencia que pueda tener la pelicula durante la filmacion, señalo tambien que no se debe caer en el terrible juicio de llamarlas menores, de transicion o peor aun independientes.

Daniel Quinn dijo...

Gracias por la intervención, Cuadernista.

Estoy de acuerdo en casi todo, lo de las películas pequeñas, menores, etcétera, se ha acabado convirtiendo en un tópico y muchas veces revelan con más autenticidad lo que hay detrás de un autor. Lo último que yo pretendía era "enjuiciar" la película como pequeña. Lo que digo, y es un hecho, es que se trata, hoy por hoy, de una película menos conocida que otras de Bergman, y si recurrimos a clichés lingüísticos no se debe más que a una manera un tanto burda pero a veces necesaria de economía en el lenguaje.

De todos modos, no entiendo por qué una película pequeña no puede ser ligera. Para mí la ligereza es una gran virtud que no tiene por qué ir unida a superficialidad.

Un saludo!

HieronymusMerkin dijo...

No he visto aun esta película, pero apuesto a que me va a gustar. Lo bueno de Bergman es la diversidad de su obra, cosa que puede parecer incierta, pues se le ha asociado a un tipo de cine pesimista, de corte kierkegaardiano. Ello no es del todo incierto, pero es mucho mas que eso.
La diferenciación entre obras mayores y menores es complicada y subjetiva. Evidentemente, hay casos en los que salta a la vista que estamos ante una obra menor, como por ejemplo, "Crisis", su primera película, y otros en los que resulta igualmente claro que estamos ante una obra maestra (creo que su cima es "Fanny y Alexander").
En cualquier caso, siempre hay interesantes lecciones en su cine. No creo que sea un director sobrevalorado, quizás si mitificado, pero con merecimiento (quizás con mas merecimiento que otros directores tambien hipermitificados, como por ejemplo, Fellini).
Hasta luego!

Daniel Quinn dijo...

Gracias por tu comentario Hieronymus! Estoy de acuerdo en todo lo que dices. Crisis es otra de las que tengo pendientes y ya comentaré cuando la vea, dentro de algún tiempo.
Un saludo!

Raquel dijo...

Rohmer, Rohmer!

Daniel Quinn dijo...

:)

A ver si me hago con Las citas de París, que no hay forma de localizarla. O al menos unos subtítulos caritativos...

Anónimo dijo...

Acabo de ver esta película. E realmente mala, la primera película para olvidar que veo de Bergman. A veces da vergüenza. El final, por ejemplo.

Daniel Quinn dijo...

Jeje, lo del final es cierto... Parece digno del Amenábar de Mar adentro. Pero el resto de la película, sin llegar a brillar, si me parece a un nivel muy estimable, además de que anticipa (unas veces más sutilmente que otras) muchos de los temas que siempre obsesionarían a Bergman. Es una de esas películas que se ven con una sonrisa; ahora bien, no es recomendable compararla con las grandes del sueco.
Un saludo Anónimo!