En la primera secuencia del filme Woman is the Future of Man, Hyon-jun le da a Moon-ho 'el regalo' de pisar la nieve acumulada en su jardín. Hyon-jun acepta el regalo primero con unos pasos hacia atrás y luego regresando sobre las huellas en la nieve que él mismo había hecho antes. Esta actitud juguetona podría constituir un detalle insignificante del filme,pero ejemplifica una actitud que simboliza cómo va a desarrollarse. El filme es sobre 'ellos', sobre quienes dan pasos atrás sin haber borrado los actos originales y terminan regresando al punto de partida.
Sung-Nam Hong
Al igual que en otras películas del director, y en general en buena parte del cine oriental, la carga simbólica es muy importante, aunque en esta ocasión no siempre se desarrolla con la misma fortuna y sutileza. El tema fundamental de la película es el de la persistencia de los recuerdos, la necesidad del ser humano de volver, después de un fracaso laboral, emocional o de cualquier otro tipo, a aquellos momentos que se preservan en la alacena de situaciones de emergencia.

Los protagonistas se aferran a algo que han perdido como si siguieran teniéndolo, como si el tiempo no hubiera ocultado las huellas de la nieve y pudieran deshacer el camino permaneciendo mientras todo intacto. No importa la manera de conseguirlo, no importa machacar al amigo (si es que la amistad existe, algo que Hong Sang Soo se plantea constantemente en sus películas sin demasiado optimismo), no importa avasallar y hacerse notar con tal de que la desesperación sea calmada por un recuerdo. Pasado, presente y memoria se funden, siendo el futuro una mezcla imperfecta y degenerada de todos ellos, en la que además se arrastra todo aquello que se vio involucrado en algún momento de la vida.
El retorno al pasado al que intentan llegar los dos protagonistas de la película se ejemplifica en una mujer que ejerce de bisagra, la cual sólo gira en una dirección y se quiebra al intentar forzarla. Hong Sang Soo parece decirnos que la redención es imposible, que nuestros errores siempre quedarán ahí y que un intento de exorcizarlos puede servir sólo para avivar llamas extinguidas hace tiempo. Todo se articula, para no variar, alrededor de la desesperación y el sexo, los dos únicos factores que parecen mover a unos personajes que parecen bastante más esquemáticos que en otras ocasiones.

Y todo esto, que parece tan trágico, tan terrible (en definitiva, la visión del mundo del director, desde su primera hasta su última película), se nos muestra a través de una comedia con momentos realmente divertidos, los cuales esconden una espina que se nos clava aunque no queramos, por tratar temas tan universales que no importa la procedencia de la propuesta. Esta ligereza sigue siendo una de las grandes bazas con que juega Hong, que prefiere hacer una profunda película aparentemente sencilla en lugar de un pretencioso y vacío film cargado de falsa trascendencia.
Sin embargo, la película me termina resultando fallida, especialmente por una última parte en la que se parece destruir la estructura construída durante todo el metraje. Y con la estructura no sólo me refiero al armazón narrativo y a la presencia de los personajes, sino que el tema parece cambiar de repente, y lo que parecía iba a ser un magnífico estudio sobre la irrecuperabilidad del pasado y la esclavitud del hombre a su memoria, se convierte en una reflexión sobre la influencia de la vanidad y el deseo en los comportamientos humanos. La película se carga poco a poco de diferentes temas sin conseguir desarrollar ninguno como se merece, y en su (oculta) ambición se acaba perdiendo dejando demasiado de lado a los personajes. Conociendo el cine de Hong Sang Soo estoy convencido de que la imperfección estructural es premeditada, un intento de innovación que se me antoja fallido, y que conseguirá plasmar posteriormente con mucho más acierto en su reciente Woman on the beach.
En definitiva, me parece que estamos ante una película poco conseguida a nivel global que, sin embargo, contiene muchos instantes del mejor cine de su autor, como toda la secuencia del trío de borrachera en el apartamento de la chica, alguna secuencia onírica, o muchos detalles de sutileza y sensibilidad impresionantes. Tengo que reconocer que he disfrutado mucho en los 88 minutos de duración, aunque el listón estaba altísimo.

Los protagonistas se aferran a algo que han perdido como si siguieran teniéndolo, como si el tiempo no hubiera ocultado las huellas de la nieve y pudieran deshacer el camino permaneciendo mientras todo intacto. No importa la manera de conseguirlo, no importa machacar al amigo (si es que la amistad existe, algo que Hong Sang Soo se plantea constantemente en sus películas sin demasiado optimismo), no importa avasallar y hacerse notar con tal de que la desesperación sea calmada por un recuerdo. Pasado, presente y memoria se funden, siendo el futuro una mezcla imperfecta y degenerada de todos ellos, en la que además se arrastra todo aquello que se vio involucrado en algún momento de la vida.
El retorno al pasado al que intentan llegar los dos protagonistas de la película se ejemplifica en una mujer que ejerce de bisagra, la cual sólo gira en una dirección y se quiebra al intentar forzarla. Hong Sang Soo parece decirnos que la redención es imposible, que nuestros errores siempre quedarán ahí y que un intento de exorcizarlos puede servir sólo para avivar llamas extinguidas hace tiempo. Todo se articula, para no variar, alrededor de la desesperación y el sexo, los dos únicos factores que parecen mover a unos personajes que parecen bastante más esquemáticos que en otras ocasiones.

Y todo esto, que parece tan trágico, tan terrible (en definitiva, la visión del mundo del director, desde su primera hasta su última película), se nos muestra a través de una comedia con momentos realmente divertidos, los cuales esconden una espina que se nos clava aunque no queramos, por tratar temas tan universales que no importa la procedencia de la propuesta. Esta ligereza sigue siendo una de las grandes bazas con que juega Hong, que prefiere hacer una profunda película aparentemente sencilla en lugar de un pretencioso y vacío film cargado de falsa trascendencia.
Sin embargo, la película me termina resultando fallida, especialmente por una última parte en la que se parece destruir la estructura construída durante todo el metraje. Y con la estructura no sólo me refiero al armazón narrativo y a la presencia de los personajes, sino que el tema parece cambiar de repente, y lo que parecía iba a ser un magnífico estudio sobre la irrecuperabilidad del pasado y la esclavitud del hombre a su memoria, se convierte en una reflexión sobre la influencia de la vanidad y el deseo en los comportamientos humanos. La película se carga poco a poco de diferentes temas sin conseguir desarrollar ninguno como se merece, y en su (oculta) ambición se acaba perdiendo dejando demasiado de lado a los personajes. Conociendo el cine de Hong Sang Soo estoy convencido de que la imperfección estructural es premeditada, un intento de innovación que se me antoja fallido, y que conseguirá plasmar posteriormente con mucho más acierto en su reciente Woman on the beach.
En definitiva, me parece que estamos ante una película poco conseguida a nivel global que, sin embargo, contiene muchos instantes del mejor cine de su autor, como toda la secuencia del trío de borrachera en el apartamento de la chica, alguna secuencia onírica, o muchos detalles de sutileza y sensibilidad impresionantes. Tengo que reconocer que he disfrutado mucho en los 88 minutos de duración, aunque el listón estaba altísimo.