Terminar de ver una película de Godard equivale a navegar entre sensaciones entrecruzadas de confusión y éxtasis. La acumulación de ideas y conceptos entre juegos formales puede llegar a saturar o irritar, pero sólo hay que dejarse arrastrar para vivir una experiencia maravillosa. El mismo año que Godard filmó su divertida, vitalista, espontánea, desmitificadora y famosísima Banda aparte (1964), nos dejó una película bastante olvidada pero absolutamente perfecta, que desde estos momentos considero la quintaesencia de su cine.
Une femme mariée nos sumerge durante 24 horas en la vida de Charlotte, una mujer acomodada que busca el amor como una Gertrud moderna (más cercana y humilde, menos exagerada en su tormento) que se divide entre su marido y su amante. Godard nos separa estéticamente los momentos de intimidad de los pasajes más superficiales y rutinarios, mostrando los primeros a través de unos primeros planos estáticos, casi bressonianos, que cautivan por su belleza, con un extraordinario cuidado de la composición, enfocada hacia la indagación del cuerpo femenino. El personaje de Charlotte nos recuerda en muchos momentos, inevitablemente, la Nana de Vivre sa vie, a pesar de que las características sociales y psicológicas son totalmente distintas. Sin embargo, ambas películas forman un díptico perfecto que escudriña en el alma femenina. De alguna manera, me atrevería a decir que Nana desanda el camino de ida trazado por Charlotte, y la búsqueda del amor se convierte, como apunta Susan Sontag en su ensayo sobre Vivre sa vie, en una exploración de la libertad y la responsabilidad. Como si, al fallar el sustento de aquellos que creemos cerca, no nos quedara más que refugiarnos en el valor de nuestra propia condición moral.
La película se abre con una mano de hombre agarrando el brazo de la mujer, símbolo de la opresión, más o menos explícita, que el sexo masculino ejerce sobre el femenino, no sólo a nivel físico sino también en cuestiones éticas, dada la diferente sensibilidad entre ambos que queda patente a lo largo del metraje. Godard utiliza, esta vez con moderación, algunos de los sellos de su obra: el collage, la experimentación visual, las continuas referencias cinematográficas (al propio cine, a Marlene Dietrich, Hitchcock, Truffaut y su Jules y Jim...) y culturales (Racine, Beethoven...), un humor dosificado, ácido y punzante a la par que algo naif, vueltas y vueltas (directas o indirectas) al tema del holocausto... Y, por supuesto, también las habituales digresiones (unas extensas y otras breves y aisladas), de carácter filosófico o autoreferencial, que nos dan algunas de las claves de toda la obra de Godard.
En un momento dado se dice que mirar quiere decir guardar dos veces, como si mirar y hacer cine fueran una misma cosa. Retener el pasado, conservar en la memoria y en la retina (¿idea germinal de las Histoire(s) du Cinema?). En otra secuencia más extensa, partida en cuatro, se nos habla de la memoria, el presente, la inteligencia y la infancia, cada término a través de un personaje. Se dice que "la inteligencia es comprender antes de afirmar", lo que no parece muy coherente con el tópico de Godard-joven-transgresor-comunista, lo cual puede verse como una desmitificación de sí mismo, algo fundamental en quien está interesado en hacer avanzar su arte y su visión sobre el mundo. Se dice también, como consecuencia de lo anterior, que "hay que querer a los jóvenes prudentes y a los ancianos locos", lo que me lleva a pensar en la frase que pronuncia Goytisolo en Nuestra música: "matar a un hombre por defender una idea no es defender una idea, es matar a un hombre". Estas afirmaciones podrían parecer propias de alguien más reaccionario, pero lo único que demuestran es que la militancia de Godard siempre va supeditada a un profundo humanismo, que lleva a reflejar, por medio de la estética, unas determinadas ideas éticas. Ahí está la clave de Godard y la llave del futuro del cine, como ya comentamos a propósito de la última película de Pedro Costa.
En definitiva, lo que se nos propone en esta película es una aventura espiritual hacia la vida de Charlotte, una experiencia entre filosófica y estética que nos acerca a un tipo de verdad casi imposible de vislumbrar en este artificio que llamamos cine. No podremos asimilar todo el contenido, las incontables reflexiones, los conceptos que rebotan en uno y otro lado evitando ser cazados, pero nos queda la sensación de haber compartido esas 24 horas con Charlotte que son capaces de revelar toda una vida, las lágrimas al final de una jornada elegíaca.
Una mujer casada es un clásico indiscutible, un hito en la historia del cine de una modernidad insuperable, fundamental en su director e injustamente tapado por las otras películas del Godard de la época, aparentemente más llamativas y vistosas. Podríamos seguir casi hasta el infinito, pero como diría Jean Luc, sí, se acabó.
Una mujer casada en Sedmikrasky
Une femme mariée nos sumerge durante 24 horas en la vida de Charlotte, una mujer acomodada que busca el amor como una Gertrud moderna (más cercana y humilde, menos exagerada en su tormento) que se divide entre su marido y su amante. Godard nos separa estéticamente los momentos de intimidad de los pasajes más superficiales y rutinarios, mostrando los primeros a través de unos primeros planos estáticos, casi bressonianos, que cautivan por su belleza, con un extraordinario cuidado de la composición, enfocada hacia la indagación del cuerpo femenino. El personaje de Charlotte nos recuerda en muchos momentos, inevitablemente, la Nana de Vivre sa vie, a pesar de que las características sociales y psicológicas son totalmente distintas. Sin embargo, ambas películas forman un díptico perfecto que escudriña en el alma femenina. De alguna manera, me atrevería a decir que Nana desanda el camino de ida trazado por Charlotte, y la búsqueda del amor se convierte, como apunta Susan Sontag en su ensayo sobre Vivre sa vie, en una exploración de la libertad y la responsabilidad. Como si, al fallar el sustento de aquellos que creemos cerca, no nos quedara más que refugiarnos en el valor de nuestra propia condición moral.
La película se abre con una mano de hombre agarrando el brazo de la mujer, símbolo de la opresión, más o menos explícita, que el sexo masculino ejerce sobre el femenino, no sólo a nivel físico sino también en cuestiones éticas, dada la diferente sensibilidad entre ambos que queda patente a lo largo del metraje. Godard utiliza, esta vez con moderación, algunos de los sellos de su obra: el collage, la experimentación visual, las continuas referencias cinematográficas (al propio cine, a Marlene Dietrich, Hitchcock, Truffaut y su Jules y Jim...) y culturales (Racine, Beethoven...), un humor dosificado, ácido y punzante a la par que algo naif, vueltas y vueltas (directas o indirectas) al tema del holocausto... Y, por supuesto, también las habituales digresiones (unas extensas y otras breves y aisladas), de carácter filosófico o autoreferencial, que nos dan algunas de las claves de toda la obra de Godard.
En un momento dado se dice que mirar quiere decir guardar dos veces, como si mirar y hacer cine fueran una misma cosa. Retener el pasado, conservar en la memoria y en la retina (¿idea germinal de las Histoire(s) du Cinema?). En otra secuencia más extensa, partida en cuatro, se nos habla de la memoria, el presente, la inteligencia y la infancia, cada término a través de un personaje. Se dice que "la inteligencia es comprender antes de afirmar", lo que no parece muy coherente con el tópico de Godard-joven-transgresor-comunista, lo cual puede verse como una desmitificación de sí mismo, algo fundamental en quien está interesado en hacer avanzar su arte y su visión sobre el mundo. Se dice también, como consecuencia de lo anterior, que "hay que querer a los jóvenes prudentes y a los ancianos locos", lo que me lleva a pensar en la frase que pronuncia Goytisolo en Nuestra música: "matar a un hombre por defender una idea no es defender una idea, es matar a un hombre". Estas afirmaciones podrían parecer propias de alguien más reaccionario, pero lo único que demuestran es que la militancia de Godard siempre va supeditada a un profundo humanismo, que lleva a reflejar, por medio de la estética, unas determinadas ideas éticas. Ahí está la clave de Godard y la llave del futuro del cine, como ya comentamos a propósito de la última película de Pedro Costa.
En definitiva, lo que se nos propone en esta película es una aventura espiritual hacia la vida de Charlotte, una experiencia entre filosófica y estética que nos acerca a un tipo de verdad casi imposible de vislumbrar en este artificio que llamamos cine. No podremos asimilar todo el contenido, las incontables reflexiones, los conceptos que rebotan en uno y otro lado evitando ser cazados, pero nos queda la sensación de haber compartido esas 24 horas con Charlotte que son capaces de revelar toda una vida, las lágrimas al final de una jornada elegíaca.
Una mujer casada es un clásico indiscutible, un hito en la historia del cine de una modernidad insuperable, fundamental en su director e injustamente tapado por las otras películas del Godard de la época, aparentemente más llamativas y vistosas. Podríamos seguir casi hasta el infinito, pero como diría Jean Luc, sí, se acabó.
Una mujer casada en Sedmikrasky
11 comentarios:
Estupenda crítica para una estupenda película. Aciertas de pleno en lo injusto de su olvido: para mí es bastante superior a Bande Apart, que -salvo esas tres escenas inolvidables que están en la mente de todos- creo que es una película mucho menos conseguida que Una mujer casada.
¡Saludos!
Coincido con lo que comentas sobre su olvido, de hecho no hace demasiado tiempo que circula por la mula el dvdrip, yo es la última que ví del Godard sesentero por esa razón. Dicen que los últimos serán los primeros... bueno, este caso sería ir demasiado lejos, pero es una película fabulosa. He pensado varias veces en lo del díptico junto a "Vivre sa vie" (que a mi juicio, es tan fundamental que quizá sea la que ha eclipsado a ésta), y me parece curioso que mientras todo el cine de Godard en los 60 trata justamente sobre el Cine, estas dos películas se desmarquen como excepción y traten sobre la mujer. Y esta singularidad lleva a una puesta en escena (en ambas) minimalista, como comentabas, casi bressoniana, como si requiriesen de la intimidad y el rigor del susurro. Por cierto el ensayo que comentas de Sontag, de "Contra la interpretación", es interesantísimo. Solo hay una cosa que no comparto, sobre "Vivre sa vie", y es la crítica que hace por el tema del retrato oval (segun Sontag significa no tomarse en serio al personaje de Naná, al señalarla como su esposa), cuando en Godard los personajes están sujetos ante todo a este tipo de juegos metalingüísticos.
Un saludo.
Gracias Sedmi y Carlos!
Vivre sa vie me encanta, pero le debo un nuevo visionado, especialmente desde que leí el ensayo de Sontag. Por cierto, lo he subido aquí, para quien no lo haya leído (son sólo 233 KB).
Respecto a lo de "El retrato oval" (capítulo 16, página 14) no estoy muy seguro. Creo que si hay algo que pierde a Godard de vez en cuando es el exceso de juegos metalingüísticos, aunque a mí me divierten. En este caso resulta muy irónico, como si quisiera desmitificar la propia película que se ha encargado de mitificar durante 80 minutos. Es discutible lo conveniente de la opción, en todo caso arriesgada. La película es de una gravedad difícil de encontrar en otra obra del Godard de los 60, y es posible que al final Nana se convierta en una marioneta en manos del director-demiurgo, algo contradictorio con la dignidad que había ganado durante todo el metraje. Aunque, de todos modos, no creo que esa fuera la idea de Godard. Habrá que seguir pensándolo.
Un saludo!
La verdad es que no soy muy fan de Godard (no he visto Al final de la escapada hasta hace poco), prefiero a Truffaut. Pero convendrá darle un repaso, sobre todo si lo recomiendas.
Un saludo!
Pues con la frase de la cabecera de tu blog deberías ser fan de Godard, o al menos de El soldadito :P
De todas formas también me encanta Truffaut. Si quieres empezar a adentrarte en Godard, creo que una buena opción sería Banda aparte, es la que me hizo a mí godardiano después de que me hubiera irritado en un par de películas :)
Un saludo!
Es que sólo por esa frase...
Jeje, tranquila Raquel, que era broma :)
No, si decía que por sólo esa frase ya merece la pena meterse en el mundo godardiano.
Un abrazo.
Me alegra que lo abordes con ese entusiasmo, que no decaiga :)
Otro abrazo.
Informaros que Intermedio DVD ha realizado una fantástica, creo, edición de esta película, con la edición facsimil del libro de Macha Méril http://www.intermedio.net/tienda_dvd/diario-de-una-mujer-casada-_-incluye-dvd-la-mujer-casada-de-jeanluc-godard-p-150.html Merece la pena. Un saludo.
Vamos Raquel anímate...
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