domingo, febrero 11, 2007

Ciclo Hong Sang-Soo (I): The day a pig fell into the well

El coreano Hong Sang Soo debutó en la dirección hace ya más de una década con una película que parecía marcar la moda que ahora soportamos de las historias cruzadas. The day a pig fell into de well nos cuenta las vidas de cuatro personajes entrelazadas de una manera que, aunque pueda no parecerlo, nos sorprende por su originalidad y sutileza.

Las cuatro historias se van sucediendo secuencialmente, una tras otra, sin alterar el orden cronológico ni recurrir a otras estratagemas comerciales que calmen al espectador más impaciente. Hasta el tramo final de la película, cuando llega un momento en que el puzzle encaja con precisión matemática, no estamos muy seguros de que los personajes estén relacionados entre sí, y Hong Sang Soo se limita a ir dejándonos pistas que nos anticiparán el significado último de lo narrado. De esta manera se permite al espectador ir por delante, y no sorprenderse por el ensamblaje de las historias (huyendo así de cualquier efectismo) sino por las consecuencias de las mismas en los personajes.

Se tiende a decir que las películas de historias cruzadas se basan en el azar; no estoy muy de acuerdo y, desde luego, éste no es el caso. Hong Sang Soo reniega del azar y basa su cine en el perspectivismo, estableciendo una polifonía de emociones como una Virginia Woolf contemporánea. El punto de vista y el subjetivismo son los ejes alrededor de los cuales se articula el discurso de la película, consiguiendo llegar al psicologismo a través de la estructura formal y no de discursos explícitos. Aquí radica la fuerza y la novedad de la propuesta del director coreano, que monta una película interactiva, que analiza sin juzgar a través de una puesta en escena limpia y sosegada, y nos invita a un ejercicio de introspección que puede deparar resultados muy estimulantes.




El ritmo de la acción puede parecer lento, fundamentalmente porque la mayor parte de los acontecimientos no se nos muestran, sino que se sugieren a través de su efecto en alguna otra de las historias y mediante un maravilloso uso de la elipsis. Esto mismo le da a la película buena parte de su encanto y misterio, contando dramas íntimos como apasionantes intrigas policiacas.

La dirección es impecable, basada sobre todo en largos planos secuencia (nunca agónicos como puedan ser los de Tsai Ming Liang), pero también en un montaje más ligero, y la aparente falta de medios queda eclipsada por una composición de planos perfecta, adecuada a cada momento anímico, iluminando en momentos de tristeza callejones oscuros como si fuera Wong Kar Wai, mostrándonos mediante planos cenitales el vértigo que embarga a los protagonistas en situaciones determinadas y, lo que es más importante, haciendo gala de una sobriedad encomiable y convirtiendo la contención en la mejor arma. Si hubiera que buscar alguna influencia tendríamos que ir directos a la Nouvelle Vague, fundamentalmente a través de Eric Rohmer (y su apabullante dominio del diálogo y el espacio), pero también podemos rastrear vestigios de Godard, Truffaut o Rivette.


Y no quiero acabar estos apuntes sin resaltar la importante función del sexo en la película, que actúa como el demiurgo que lo coordina todo y sirve de motivación inconfesable de los sucesos desencadenados. Su papel es doble: tanto a nivel temático, por su función catártica y de liberación de cada personaje, como a nivel formal, por su situación en la estructura de la película, cerrando cada una de las historias como una puerta que nos lleva de un abismo a otro abismo.
En definitica, estamos ante una ópera prima que nos señala que podemos estar ante uno de los creadores más importantes de los últimos tiempos, lleno de pasión, inteligencia, y fuerza visual. Las próximas semanas lo comprobaremos viendo las otras seis películas del ciclo (todas las que hasta ahora forman su aún escueta filmografía). Ojalá que no sea un espejismo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ey, ey, ey... que ilusión, no tenía ni idea de que habías vuelto! Que grande! (De momento de esta peli no hablo porque no la he visto) pero si que he echado un ojo abajo (yo aun sigo amordazo por los exámenes) y te digo que también ando con gans de ver el ciclo de Altman en el Doré... de hecho quería ir u hoy o la semana próxima (martes, jueves).... así que ya te contaré si voy por si te apetece ir

Daniel Quinn dijo...

Gracias Ibán!! Yo he estado vigilando desde las sombras los cambios de estilo de tu blog durante este tiempo, jeje; ha quedado muy majo, la verdad.
Y eso eso, avísame cuando vayas a la filmoteca, que al menos durante las primeras semanas me apuntaré a todo lo que pueda :)