miércoles, agosto 16, 2006

Al faro: Virginia Woolf y el callejón sin salida



¿Quién no ha sentido en algún momento la necesidad de llegar a un faro que ilumine un futuro que se atisba lleno de desesperanza y desolación? Habrá quien necesite llegar a él porque la angustia no le deje vivir, porque sus deseos frustrados hayan sido sedimentados por el tiempo hasta no poder hacerles frente. Habrá quien necesite llegar al faro para impedir que la monotonía se transforme en una desazón que borre cualquier tipo de esperanza y, aun sabiendo que no servirá, decida invertir su última moneda en una lotería amañada. Habrá quien, precisamente por eso, no quiera ir al faro aunque así lo manifieste públicamente: en su interior sabe que no puede aceptarlo hasta que descubra alguna inversión alternativa, el fracaso es la muerte, la muerte es el fin. Habrá quien no quiera ir al faro porque se agarra a lo que tiene, a su pasado, incluso a su insatisfactorio presente, creyendo que su posición dominante se vería amenazada por un torbellino de liberación. Fe. Desapego. Esperanza. Miedo. Simplificar. ¿Por qué tendemos a simplificar? ¿Por qué necesitamos simplificar? ¿Por qué esquematizamos las lecciones o apuntamos en una agenda todo lo que no somos capaces de abarcar con una simple mirada? ¿Por qué queremos tenerlo todo a mano? ¿Por qué elaboramos listas de cualquier cosa imaginable arguyendo que son divertidas o necesarias cuando lo que hacemos es huir porque nos abruma la inmensidad del océano, las aguas turbulentas, el ansia de sobrevivir al naufragio y llegar al faro?


Podemos afrontar la vida de tantas maneras como seres humanos haya sobre la Tierra (Virginia Woolf nos muestra un puñado de ellas), pero en el fondo nadie se libra de las frustraciones, los miedos, los deseos ocultos, las confesiones que quieren salir pero se estampan contra un paladar ciego. Podemos ser todo lo felices que queramos, pero siempre habrá algo que nos cohíba y en ocasiones se manifieste para no dejarnos respirar.

Virginia Woolf nos introduce en un alud de emociones íntimas y pensamientos recónditos, hace de la introspección la única salida, y nos presenta unos personajes que muestran lo que sienten sin sentir que lo muestran, que perciben lo que no creen haciendo de la mirada un elemento manipulador. Unos días después de leer "Al faro" me queda la fuerza de unos personajes devastados (tanto como podemos estarlo cualquiera de nosotros), especialmente ese matrimonio Ramsey imbuido de sentimientos contradictorios, o esa pintora, Lily, que se nos muestra mucho más importante de lo que ella misma parece creer o desear. Se esconden tantas cosas en un simple deseo de ir a un faro... Creo que esta novela es la absoluta subjetividad enmarcada en una talla de diamantes, lo que, teniendo en cuenta que todo es absoluta subjetividad la acerca algo más a una verdad que quizás exista en alguna parte. Aunque si todo es absolutamente subjetivo nos encontramos con que un absoluto no puede ser más que otro absoluto. ¿Llegamos a la conclusión de que contiene la misma verdad un libro de Virginia Woolf que otro de Dan Brown? ¿Existe mayor paradoja que esa? Quizás la respuesta sea que la verdad no importa, aunque si pensamos que deben prevalecer las preguntas sobre las respuestas puede que no merezca la pena seguir dando vueltas esto. Mentira y manipulación. ¿Hay algo más?

Alguien dijo que el cine es la mentira a veinticuatro fotogramas por segundos. Me gustaría saber a cuántos fotogramas por segundos trabaja el ojo humano para intentar comprender el grado de falsedad de lo percibido. Percibir es mentir como interactuar es ser engañado. ¿Hay solución? Seguramente no, pero a los que despotrican del conformismo en cualquiera de sus manifestaciones les encomendaría a buscar una solución.

"No habrá medio de ir al faro, James".

PD: aprovecho la coyuntura para enlazar el jugoso debate que tuvo lugar en El lamento de Portnoy sobre la narrativa moderna, surgido a raíz de un artículo de Virginia Woolf.


2 comentarios:

Rosenrod dijo...

...y de todas formas, a veces, sólo de la acumulación de mentira puede surgir la verdad.

Un saludo!

Daniel Quinn dijo...

Así es Rosen..., verdad-mentira, realidad-ficción, ¿en el fondo todo es lo mismo, simple percepción? Bueno, no sé, voy a ver qué película veo para intentar liarme más, jeje...
Saludos!!