Me da la impresión de que, desde hace algún tiempo, la figura de François Truffaut corre el riesgo de sumergirse en una especie de limbo cinéfilo que lo va dejando en un segundo plano. Parece que el que fue más importante crítico, teórico y cineasta de la Nouvelle Vague, el más popular y mediático de los directores franceses, va viendo como su aura se desvanece, veinticinco años después de su muerte, a causa de una incómoda posición en tierra de nadie, sin pertenecer ni a los que aman el cine más comercial ni a los devotos de las películas más arriesgadas.
Resulta paradigmático que hace unos años, Quentin Tarantino, después de rodar Kill Bill, para la cual no sólo obtuvo la idea, el argumento e incluso detalles formales de la película de Truffaut La novia vestía de negro, se acordara de toda una retahíla de cineastas y actores fallecidos y no hiciera mención al director francés. Eso mismo no le ocurre con Godard, cuyo nombre no sale de su boca en ningún momento, sin que por eso sea menos merecido. Porque estamos de acuerdo en que Godard es, probablemente, el director más influyente e importante de la historia del cine, pero al final se le recuerda más por la pose, el gesto, el icono, que por la hondura y profundidad del pensamiento que se esconde tras sus películas o la ruptura fundamental de sus continuas innovaciones formales. Y por eso, casi siempre, suena más prestigioso, más "cool", hablar de Godard que hablar de Truffaut; sin embargo, no deberíamos olvidar que uno no sería posible sin el otro, las dos cabezas de la Nouvelle Vague.
Porque se empezó a tachar a Truffaut injustamente de academicista y domésticado, cuando su cine siempre fue profundamente personal, y su paulatino acercamiento al clasicismo de Hollywood debe entenderse más como una declaración teórica de intenciones que una concesión o una debilidad. Y por esa razón es posible que se necesite una revisión crítica profunda y sosegada de toda su obra, libre de prejuicios políticos o resentimientos estéticos.
Bien sabido es que Godard, Rohmer y Rivette son los directores fetiche de este blog, pero no conviene olvidar que todos sus logros y hallazgos deben mucho a Truffaut, que en su corta carrera realizó unas aportaciones teóricas decisivas, además de un buen puñado de películas extraordinarias y algunas obras maestras. Así que me parecería muy sano que los seguidores de Godard y Truffaut decidieran ir de la mano y no dejaran que ciertas miradas contaminaran esa tortuosa relación del cine francés. Porque el nombre de Truffaut suele ser utilizado con mucha frecuencia por los seguidores del cine clásico y comercial estadounidense para denostar a Godard y otros franceses experimentales, para decir que el de Truffaut, por su cercanía a las maneras clásicas, es el único cine francés que vale la pena, cuando el malogrado cineasta nunca pretendió algo así. Y esto provoca una lógica reacción de rechazo por parte de los godardianos, que son los que, en el fondo, más podrían apreciar sus películas. Porque los seguidores del cine clásico americano, al fin y al cabo, siempre preferirán a los tótems Ford, Hawks o Hitchcock, o a los más discutibles Wilder, Walsh o Wyler. En cierto modo, podríamos decir que Truffaut es el enganche al cine europeo equivalente a Kurosawa para el cine japonés, lo que no es necesariamente malo (todo lo contrario), pero que puede suponer un arma de doble filo: el peligro de quedarse en tierra de nadie.
Y centrándonos ya en la encuesta que ha permanecido abierta estas últimas semanas en el blog, y viendo los resultados, me parecen totalmente coherentes, a la par que previsibles. La clasificación es la siguiente:
1.- Jules y Jim---5 votos
2.- Los cuatrocientos golpes---3 votos
3.- Tirad sobre el pianista---2 votos
4.- Fahrenheit 451---2 votos
5.- Las dos inglesas y el amor---2 votos
6.- La habitación verde---2 votos
Con un voto: La piel suave, El pequeño salvaje, La noche americana, El último metro, Vivamente el domingo.
Tengo que decir que estoy plenamente de acuerdo con la clasificación, aunque me hubiera gustado ver más arriba La piel suave, esa gran crónica del adulterio y el "amor fou" filmada con una sensibilidad y una capacidad para el detalle soberbias, o haber dejado que La mujer de al lado, su continuación en la madurez, se llevara algún voto. Jules y Jim y Los cuatrocientos golpes son indiscutibles, fundamentales en la historia del cine y auténticos iconos estéticos (y por eso constituyen lo más perdurable de Truffaut en la memoria colectiva, aunque en este caso, a mi parecer, el detalle coincide con la excelencia). Quizás era más previsible ver por encima Los cuatrocientos golpes, por el impacto que provocó en su día y su carácter fundacional, pero hoy día, olvidados aquellos momentos, el triángulo que vertebró Jeanne Moreau entre la comedia, el drama y la ausencia de género en beneficio de una de las películas más vitales de la historia, resulta ciertamente reconfortante. De entre las de dos votos, esperaba ver por encima la exquisita Las dos inglesas y el amor, que se ha convertido, junto con La habitación verde, en la película de culto del director francés. No comparto el entusiasmo por La habitación verde (Hitchcock se me hace demasiado presente), pero es una película muy personal y peculiar de Truffaut, y entiendo que provoque grandes adhesiones.
Pero al final, por unas cosas o por otras, toda la obra de Truffaut resulta muy recomendable, interesantísima por unas cosas o por otras, hasta las películas más habitualmente maltratadas. CUando revisé toda su filmografía me di cuenta de que hasta sus obras más pequeñas y habitualmente menospreciadas incluian pequeños tesoros inolvidables. Porque no hay que olvidar que su cine es mucho más que la crónica de la vida de Antoine Doinel, aunque si hay algo que tienen las películas de Truffaut, como siempre se ha dicho, es vida, la auténtica vida.
Resulta paradigmático que hace unos años, Quentin Tarantino, después de rodar Kill Bill, para la cual no sólo obtuvo la idea, el argumento e incluso detalles formales de la película de Truffaut La novia vestía de negro, se acordara de toda una retahíla de cineastas y actores fallecidos y no hiciera mención al director francés. Eso mismo no le ocurre con Godard, cuyo nombre no sale de su boca en ningún momento, sin que por eso sea menos merecido. Porque estamos de acuerdo en que Godard es, probablemente, el director más influyente e importante de la historia del cine, pero al final se le recuerda más por la pose, el gesto, el icono, que por la hondura y profundidad del pensamiento que se esconde tras sus películas o la ruptura fundamental de sus continuas innovaciones formales. Y por eso, casi siempre, suena más prestigioso, más "cool", hablar de Godard que hablar de Truffaut; sin embargo, no deberíamos olvidar que uno no sería posible sin el otro, las dos cabezas de la Nouvelle Vague.
Porque se empezó a tachar a Truffaut injustamente de academicista y domésticado, cuando su cine siempre fue profundamente personal, y su paulatino acercamiento al clasicismo de Hollywood debe entenderse más como una declaración teórica de intenciones que una concesión o una debilidad. Y por esa razón es posible que se necesite una revisión crítica profunda y sosegada de toda su obra, libre de prejuicios políticos o resentimientos estéticos.
Bien sabido es que Godard, Rohmer y Rivette son los directores fetiche de este blog, pero no conviene olvidar que todos sus logros y hallazgos deben mucho a Truffaut, que en su corta carrera realizó unas aportaciones teóricas decisivas, además de un buen puñado de películas extraordinarias y algunas obras maestras. Así que me parecería muy sano que los seguidores de Godard y Truffaut decidieran ir de la mano y no dejaran que ciertas miradas contaminaran esa tortuosa relación del cine francés. Porque el nombre de Truffaut suele ser utilizado con mucha frecuencia por los seguidores del cine clásico y comercial estadounidense para denostar a Godard y otros franceses experimentales, para decir que el de Truffaut, por su cercanía a las maneras clásicas, es el único cine francés que vale la pena, cuando el malogrado cineasta nunca pretendió algo así. Y esto provoca una lógica reacción de rechazo por parte de los godardianos, que son los que, en el fondo, más podrían apreciar sus películas. Porque los seguidores del cine clásico americano, al fin y al cabo, siempre preferirán a los tótems Ford, Hawks o Hitchcock, o a los más discutibles Wilder, Walsh o Wyler. En cierto modo, podríamos decir que Truffaut es el enganche al cine europeo equivalente a Kurosawa para el cine japonés, lo que no es necesariamente malo (todo lo contrario), pero que puede suponer un arma de doble filo: el peligro de quedarse en tierra de nadie.
Y centrándonos ya en la encuesta que ha permanecido abierta estas últimas semanas en el blog, y viendo los resultados, me parecen totalmente coherentes, a la par que previsibles. La clasificación es la siguiente:
1.- Jules y Jim---5 votos
2.- Los cuatrocientos golpes---3 votos
3.- Tirad sobre el pianista---2 votos
4.- Fahrenheit 451---2 votos
5.- Las dos inglesas y el amor---2 votos
6.- La habitación verde---2 votos
Con un voto: La piel suave, El pequeño salvaje, La noche americana, El último metro, Vivamente el domingo.
Tengo que decir que estoy plenamente de acuerdo con la clasificación, aunque me hubiera gustado ver más arriba La piel suave, esa gran crónica del adulterio y el "amor fou" filmada con una sensibilidad y una capacidad para el detalle soberbias, o haber dejado que La mujer de al lado, su continuación en la madurez, se llevara algún voto. Jules y Jim y Los cuatrocientos golpes son indiscutibles, fundamentales en la historia del cine y auténticos iconos estéticos (y por eso constituyen lo más perdurable de Truffaut en la memoria colectiva, aunque en este caso, a mi parecer, el detalle coincide con la excelencia). Quizás era más previsible ver por encima Los cuatrocientos golpes, por el impacto que provocó en su día y su carácter fundacional, pero hoy día, olvidados aquellos momentos, el triángulo que vertebró Jeanne Moreau entre la comedia, el drama y la ausencia de género en beneficio de una de las películas más vitales de la historia, resulta ciertamente reconfortante. De entre las de dos votos, esperaba ver por encima la exquisita Las dos inglesas y el amor, que se ha convertido, junto con La habitación verde, en la película de culto del director francés. No comparto el entusiasmo por La habitación verde (Hitchcock se me hace demasiado presente), pero es una película muy personal y peculiar de Truffaut, y entiendo que provoque grandes adhesiones.
Pero al final, por unas cosas o por otras, toda la obra de Truffaut resulta muy recomendable, interesantísima por unas cosas o por otras, hasta las películas más habitualmente maltratadas. CUando revisé toda su filmografía me di cuenta de que hasta sus obras más pequeñas y habitualmente menospreciadas incluian pequeños tesoros inolvidables. Porque no hay que olvidar que su cine es mucho más que la crónica de la vida de Antoine Doinel, aunque si hay algo que tienen las películas de Truffaut, como siempre se ha dicho, es vida, la auténtica vida.
4 comentarios:
Pues en mi top 5 de películas de Truffaut incluiría Besos robados, que me parece muy infravalorada, y La novia vestía de negro, que, a pesar de sus muchos defectos, me apasiona. Creo que me pasa un poco lo que a Truffaut con Marnie la ladrona.
Fíjate Daniel que me parece mejor "La femme d´à côté" que "La peau douce", más descarnada y real, menos "de cámara" y más audaz.
No comparto demasiado la predilección por "Jules et Jim" como el mejor Truffaut, yo prefiero el debut, aunque me guste mucho "Jules et Jim". Creo que el timepo ha jugado más en su contra.
Hola Luisru y Jesús.
Pues sí, a mí Besos robados también me parece una comedia estupenda, y creo que a partir de ahí se va desinflando un poco la saga Doinel. En cuanto a La novia vestía de negro, me gusta con ciertas reservas; como bien dices tiene muchos defectos, es una película irregular, pero también hay detalles que me parecen muy interesantes.
Respecto a La piel suave, lo de ser casi una pieza de cámara me parece una virtud, y puede que sea el Truffaut más cercano a Bresson.
Si tuviera que hacer mi quinteto creo que sería:
1.- Jules y Jim
2.- Los cuatrocientos golpes
3.- La piel suave
4.- Las dos inglesas y el amor
5.- La mujer de al lado
Y una mención especial para la controvertida Fahrenheit 451, que me parece una adaptación ejemplar y muy personal, con uno de los más bellos finales de la historia del cine :)
Un saludo.
Sí, a mí Fahrenheit 451 me parece una adaptación muy superior al libro (suprimir la misoginia del texto de Bradbury y transformarla en una revisitación de Vértigo es algo admirable).
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