Después de ver Alto, bajo y frágil, la película que Jacques Rivette firmó en 1995, me atrevería a decir que ningún director combina el rigor estético y la libertad de formas, temas y argumentos con tanta precisión como él.
Alto, bajo y frágil es una comedia, un drama, un musical, una película de aventuras y de misterio, un policiaco que incluso se permite coquetear con el fantástico en una de las subtramas. Cien por cien Rivette. Igual que Celine y Julie van en barco o La banda de las cuatro, estamos ante una película de mujeres, que trata la amistad femenina con la fuerza que Hawks empleaba con la masculina y que dibuja a los hombres como unos seres bien tímidos e indecisos, o bien engreídos y ansiosos de controlar las situaciones, resultando al final todo lo contrario: serán las mujeres las que decidan y les ganen la partida. En mitad de esta guerra de sexos contemporánea, Rivette muestra algunas de las preocupaciones individuales más palpitantes de la vida urbana, en un retrato esculpido de soledad, desengaño y búsqueda de la identidad. También por estas intenciones se hace necesario situar la trama desde el principio en el espacio y en el tiempo: sabemos que todo comienza en París, a mediados del julio de 1994. Ahí se mueven las vidas de tres mujeres que el azar hará que se crucen o sólo se vislumbren, que engarcen sus problemas como amigas de toda la vida o que tengan que resignarse a lidiar con la soledad. Son tres vidas que huyen, como muestra sensacionalmente el último plano de la película. Y también la ciudad de París tiene vida propia en el film. No es la simple ciudad de cuatro lugares míticos que muestran las películas hollywoodienses; Rivette huye de los caminos trillados y define París a través de sus amplios ventanales sin cortinas ni persianas que sirven para que los vecinos anónimos entablen comunicación, y también a través del empedrado, las casetas de crepes en los Jardines de Luxemburgo, las heladerías en calles rebosantes de tráfico, las brasseries en las esquinas, las sorpresas en los rincones, las rivettianas motocicletas y patines rebosantes de libertad, y esos tejados y chimeneas que tan bien muestran el espíritu de la ciudad.
Dijo hace años el propio Rivette:
"Todos los filmes tratan del teatro: no existe otro tema ( ... ). Porque es el tema de la verdad y la mentira, y no hay otro en el cine, que es forzosamente una interrogación sobre la verdad, con medios que son forzosamente mentirosos. Y tomarlo como tema total de una película es un acto de franqueza."
De esta idea viene la obsesión del director por el teatro y, consecuentemente, con la apariencia, la verdad/mentira y la realidad/ficción. También hay mucho de esto en la película, especialmente por unos personajes que no quieren parecer quienes realmente creen que son. Porque hasta el más virtuoso puede robar un fajo de billetes del trabajo o disparar una pistola cuando parece no haber alternativa. La simulación aparece en forma de broma en un gran guiñol montado como si fuera una terapia de choque. La apariencia, el teatro, siempre será la sombra del cine.
También es parte fundamental de la película la relación entre los cuerpos y el espacio, preocupación omnipresente de Jacques Rivette, que ya llevó a sus límites en el autoensayo sobre el tema que supuso La bella mentirosa. Si en aquella la pintura funcionaba como perfecta excusa, aportando además la gravedad necesaria, aquí el musical de raigambre clásica sirve para apoyar la misma idea de una forma totalmente distinta, en clave lúdica y luminosa.
A todo esto, hay que añadir que, como en otras de sus películas, existe una mansión urbana que parece fuera del espacio y del tiempo, y que esconde secretos y misterios que enriquecen el McGuffin dándole una consistencia que traspasa los diferentes géneros, acabando con ellos de una u otra forma.
Por último, hay que reseñar que Rivette es honesto, y no por casualidad da una importancia especial al color rojo, y uno de los papeles secundarios a una Anna Karina que borda una interpretación a su medida. La actriz ya protagonizó en 1961 Une femme est une femme, la colorista película de Jean Luc Godard que abrió el musical a una nueva dimensión, mostrando a Rivette que con una chica y una pistola se puede traspasar cualquier frontera, situando el musical como bisagra perfecta entre géneros de cualquier tipo.
En el siguiente fragmento se puede apreciar la frescura de los movimientos, los diálogos, el continuo aire de improvisación, el mencionado juego con los espacios gracias a una cámara que fluye como una más de la coreografía. La libertad, eso es... Lástima que la calidad sea algo deficiente...
Y hay planos que hasta me recuerdan a Hou Hsiao Hsien o a jovenzuelos como Apichatpong Weerasethakul.
Alto, bajo y frágil es una comedia, un drama, un musical, una película de aventuras y de misterio, un policiaco que incluso se permite coquetear con el fantástico en una de las subtramas. Cien por cien Rivette. Igual que Celine y Julie van en barco o La banda de las cuatro, estamos ante una película de mujeres, que trata la amistad femenina con la fuerza que Hawks empleaba con la masculina y que dibuja a los hombres como unos seres bien tímidos e indecisos, o bien engreídos y ansiosos de controlar las situaciones, resultando al final todo lo contrario: serán las mujeres las que decidan y les ganen la partida. En mitad de esta guerra de sexos contemporánea, Rivette muestra algunas de las preocupaciones individuales más palpitantes de la vida urbana, en un retrato esculpido de soledad, desengaño y búsqueda de la identidad. También por estas intenciones se hace necesario situar la trama desde el principio en el espacio y en el tiempo: sabemos que todo comienza en París, a mediados del julio de 1994. Ahí se mueven las vidas de tres mujeres que el azar hará que se crucen o sólo se vislumbren, que engarcen sus problemas como amigas de toda la vida o que tengan que resignarse a lidiar con la soledad. Son tres vidas que huyen, como muestra sensacionalmente el último plano de la película. Y también la ciudad de París tiene vida propia en el film. No es la simple ciudad de cuatro lugares míticos que muestran las películas hollywoodienses; Rivette huye de los caminos trillados y define París a través de sus amplios ventanales sin cortinas ni persianas que sirven para que los vecinos anónimos entablen comunicación, y también a través del empedrado, las casetas de crepes en los Jardines de Luxemburgo, las heladerías en calles rebosantes de tráfico, las brasseries en las esquinas, las sorpresas en los rincones, las rivettianas motocicletas y patines rebosantes de libertad, y esos tejados y chimeneas que tan bien muestran el espíritu de la ciudad.
Dijo hace años el propio Rivette:
"Todos los filmes tratan del teatro: no existe otro tema ( ... ). Porque es el tema de la verdad y la mentira, y no hay otro en el cine, que es forzosamente una interrogación sobre la verdad, con medios que son forzosamente mentirosos. Y tomarlo como tema total de una película es un acto de franqueza."
De esta idea viene la obsesión del director por el teatro y, consecuentemente, con la apariencia, la verdad/mentira y la realidad/ficción. También hay mucho de esto en la película, especialmente por unos personajes que no quieren parecer quienes realmente creen que son. Porque hasta el más virtuoso puede robar un fajo de billetes del trabajo o disparar una pistola cuando parece no haber alternativa. La simulación aparece en forma de broma en un gran guiñol montado como si fuera una terapia de choque. La apariencia, el teatro, siempre será la sombra del cine.
También es parte fundamental de la película la relación entre los cuerpos y el espacio, preocupación omnipresente de Jacques Rivette, que ya llevó a sus límites en el autoensayo sobre el tema que supuso La bella mentirosa. Si en aquella la pintura funcionaba como perfecta excusa, aportando además la gravedad necesaria, aquí el musical de raigambre clásica sirve para apoyar la misma idea de una forma totalmente distinta, en clave lúdica y luminosa.
A todo esto, hay que añadir que, como en otras de sus películas, existe una mansión urbana que parece fuera del espacio y del tiempo, y que esconde secretos y misterios que enriquecen el McGuffin dándole una consistencia que traspasa los diferentes géneros, acabando con ellos de una u otra forma.
Por último, hay que reseñar que Rivette es honesto, y no por casualidad da una importancia especial al color rojo, y uno de los papeles secundarios a una Anna Karina que borda una interpretación a su medida. La actriz ya protagonizó en 1961 Une femme est une femme, la colorista película de Jean Luc Godard que abrió el musical a una nueva dimensión, mostrando a Rivette que con una chica y una pistola se puede traspasar cualquier frontera, situando el musical como bisagra perfecta entre géneros de cualquier tipo.
En el siguiente fragmento se puede apreciar la frescura de los movimientos, los diálogos, el continuo aire de improvisación, el mencionado juego con los espacios gracias a una cámara que fluye como una más de la coreografía. La libertad, eso es... Lástima que la calidad sea algo deficiente...
Y hay planos que hasta me recuerdan a Hou Hsiao Hsien o a jovenzuelos como Apichatpong Weerasethakul.
16 comentarios:
Hola Daniel,
acabo de descubrir tu blog y me ha parecido muy interesante y estimulante.
Te añado entre mis déjà vus y volveré para seguir leyéndote.
(J'aime le cinéma français!)
Hasta pronto,
Clara.
Hola Clara!
A mí me han conquistado tus imágenes de Jean Seberg :)
Muchas gracias y me alegraré de verte más por aquí. Un saludo!
Le tenía muchas ganas a esta película, qué bien que por fin se haya... "puesto en circulación".
¡Saludos!
Así es, yo me enteré al volver de vacaciones y fue toda una alegría. No podía esperar mucho, así que ayer me la puse. Espero que tú también la disfrutes, que seguro que sí :)
Un saludo!
Otro para el que fue una alegría encontrarla...
Me alegra que empieces con el "me atrevería a decir que ningún director combina el rigor estético y la libertad de formas, temas y argumentos con tanta precisión como él" porque yo también lo he pensado muchas veces, aunque creo que en eso sigue la estela de su maestro Jean Renoir (y no ha habido discípulo más ejemplar, pienso).
Por cierto, que ya sólo por Marianne Denicourt... qué encanto de mujer. Consejo: hay que verla también en "Comment je me suis disputé..." ;-)
Gracias Carlos! Tienes toda la razón con lo de Renoir, que al fin y al cabo era el maestro de toda esa generación.
Por cierto, he visto por ahí que vas a ir al "corto" de Wang Bing en La casa encendida, ¿es que estás por Madrid? Yo no sé qué hacer, me parece un poco exceso, sobre todo a esas horas...
Un saludo!
No estoy por Madrid, pero probablemente me acerque para ver el Wang Bing, lo que es si cabe más masoquista todavía jeje. Un saludo ;-)
Ya en mundoburro!!!!
"este hilo me parece hasta emocionante" Mr Peckinpah
Plenamente de acuerdo en cada uno de los puntos que mencionas, un gran texto. Tengo que volver a ponerme con ella, la vi hace un año "a pelo" y me pareció de una particular grandeza, al estilo de "La banda de las cuatro". "Haut bas fragile" es el más bello ensayo sobre el movimiento de los cuerpos.
Curiosamente, los números musicales y "cantados" más parecidos a los de "Haut bas fragile" los encontré ayer mismo en otra película en la que también sale Nathalie Richard: "Golden eighties" de Chantal Akerman. Además de Richard, Martinne Marignac está en la producción y el guión está co-firmado por Pascal Bonitzer. Si Akerman admiraba a Rivette, aquí es Rivette el que busca a Akerman. Y los dos comparten en esas explosiones musicales algo muy sombrío, literalmente subterráneo, espacios a los que no llegan los rayos del sol...
Un saludo!
Ni que lo digas, Little Turtle, Mundoburro es el paraíso, jeje. Por cierto, al final igual me animo a ir a la peli de 14 horas de Bing; recuerdo que coincidí con Miriam cuando fui a ver "Al oeste de los raíles" a la Filmoteca, así que a ver si os acercáis :)
Muchas gracias Colin, totalmente de acuerdo en que "La banda de las cuatro" es la peli de Rivette más próxima a ésta, al menos de las que he visto.
También es cierto lo de Akerman y los cuerpos. No he visto "Golden eighties", pero hace unos días me puse "Je, tu, il, elle", y el trabajo en ese sentido, aunque sea en otra dirección, más minimalista y demás, es impresionante.
Y esas sombras debajo de lo luminoso a que te refieres también es siempre de lo que más me atrae de Rivette.
Un saludo!!
Rivette es una de mis asignaturas pendientes, sólo he visto "Confidencial" y "Vete a saber"... Y Anna Karina, una lástima que su carrera postGodard haya dado tan poco de sí. Lo mismo puede decirse de Anne Wiazemsky o Jean-Pierre Gorin, que lejos de JLG se perdieron en las brumas.
El mes que viene empieza el ciclo de Oliveira, va a dar que hablar... Por cierto, no sé si has leído esta magistral carta, si no échale un vistazo: http://www.elpais.com/articulo/opinion/PAIS/cine/elpepuopi/20080913elpepiopi_8/Tes
Salud.
Hola Perzival!
Confidencial es otra de mis favoritas de Rivette y, Vete a saber, aunque me gusta algo menos, también es estupenda.
El ciclo de Oliveira es uno de los momentos cumbres del año, jeje, nos veremos en el Doré.
Y sobre la carta, se está montando una buena; yo estoy esperando la respuesta de El país, a la que creo que no puede renunciar, y espero que poco a poco vayamos consiguiendo avanzar en ese tema.
Por cierto, sobre este tema el blog de Oti se está convirtiendo en el campo de batalla. Para algo más íntimo nos quedamos con Cinexilio, y toda la información y los firmantes de la carta aquí.
Un saludo!
Interesante lo de Oti. No lo que dice él, que como siempre es pura necedad, sino las respuestas de Miguel Marías y de Isaki Lacuesta, a los que no veía yo metiéndose en blogs a hacer comentarios... A lo mejor un día se animan y se pasan también por los blogs amateurs...
Por cierto, he decidido retomar mi blog, a ver si esta vez lo cojo con ganas (me han animado los de Miradas de Cine al pedirme mi lista de los años 40).
Salud.
Gran noticia tu vuelta, Perzival!, gracias por avisar :)
Las respuestas de Miguel Marías e Isaki son ejemplares, así como las de Vogler y otros viejos conocidos de la red. Yo al principio pensé en comentar algo, pero ya está todo dicho y muy bien, además de que parece que todo evoluciona hacia una espiral sin solución de la que no quieren salir los que siguen agazapados en su trinchera.
Un saludo!
muy interesante, si señor.
Gracias por la visita y el comentario, Martín :)
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